Esa conducta descontrolada coge fuerza cuando, sirviéndose del alcohol, va ganando protagonismo conducirse por meras sensaciones y estados de ánimo. El alcohol, que en un principio es utilizado como instrumento para facilitar el divertimiento a toda costa, o bien para procurarse una compensación, o para favorecer la apariencia de un rol social, etc., puede traicionar a la persona, y pasar de instrumento usado para esos fines, a hacer sucumbir a la persona bajo la dependencia alcohólica, al principio de forma silente y casi imperceptible hasta provocar un estado de severa enfermedad.
Sobrepasar los límites aceptables en la ingesta del alcohol puede subvertir a la persona. El individuo pasa del autodominio natural a un estado de progresiva enfermedad consecuencia de los efectos del alcohol en su organismo, condicionando su conducta bajo un rigor de dependencia psíquica y psíquica.
En un estado de falta de autodominio por la dependencia al alcohol, ¿qué hacer? A nivel personal hay dos claros caminos: uno, permanecer en esa situación dejándose llevar por el grave progreso deletéreo de esa enfermedad de dependencia, con resultados devastadores para el individuo; o bien, intentar buscar la solución médica para encauzar correctamente esa grave alteración psico-orgánica.
La solución médica parte de unas premisas que debe conocer el paciente: 1) asumir que se ha caído en la enfermedad, y que sin ayuda médica el progresivo deterioro se da prácticamente por descontado, 2) que esa conciencia de enfermedad debe ser asumida también, por la familia o allegados del paciente, y deben colaborar de forma activa con el servicio médico, 3) que ordinariamente el periodo de tratamiento es progresivo y firme, pero largo, aunque haya que contar con retrocesos, 4) que las metas alcanzadas en la mejoría, aun sean aparentemente mínimas, constituyen grandes éxitos, y 5) que la abstemia no es imposible ganarla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario