martes, 24 de agosto de 2021

Muerte digna (y II)

Qué se puede entender por “muerte digna”

El enfermo cuando llega al final de su vida reclama una atención especial tanto los familiares como a los sanitarios. En ese momento todos coinciden en ofrecerle la mejor solución. Es evidente que el paciente desea ser liberado de dicho trance al querer mantener el bien primario que supone la vida. Pero una vez que ve inexorable su final aún contando con toda la ayuda médica proporcional que se preste, esencialmente se siente con el derecho a reclamar que se le acompañe de la forma más eficaz. Es un hombre que ha tenido su historia en este mundo. Ahí, en ese momento, con justicia, no cabe abandonarle o desprenderse de su persona ejecutándole por medio de la eutanasia, sino acompañarle con todo el auxilio que exige, médico y humano, como cubren perfectamente los Cuidados Paliativos.

En palabras del Prof. Gonzalo Herranz:

“Muerte digna, morir con dignidad, es un eslogan muy hábilmente manejado por los activistas de la eutanasia. Pero también es un concepto ético profundo, una aspiración que no se puede dejar de lado.

La reclamación de el derecho de cada uno a terminar su vida, a determinar el momento y el modo de la propia muerte, es un eslogan que no tiene sentido; es un eslogan publicitario, vacío.

Además, la expresión "calidad de vida" (que es un término polisémico), entendida como elemento condicionante del vivir, es una idea irreal y utópica. La vida real transcurre no en la plenitud, sino en la limitación. Saber vivir con limitaciones es la gloria, el destino del hombre. Es la única manera de sobrevivir en las circunstancias reales del hoy y del ahora.

Pienso que morir con dignidad es morir limpio, aseado, atendido, con los síntomas de la enfermedad terminal lo mejor tratado posible; morir con el consuelo de los suyos y de su religión, y un cristiano con atención sacramental. De esto último, a mi parecer, se habla demasiado poco. La fuerza de la gracia es fundamental para el paso a la otra Vida. En bioética esto no forma parte de la agenda. Estamos olvidando siglos de sabiduría cristiana, y dejando de lado el sentido sobrenatural del vivir y del morir. La muerte en Dios dignifica y redime la vida, de modo incomparable. Morir con dignidad es fundamentalmente morir acompañado, recibiendo afecto y consuelo”. Gonzalo Herranz Rodríguez. En “El Corazón de la Medicina” Libro homenaje, 2013, pag. 123-140.


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