domingo, 10 de octubre de 2021

El hombre nunca ha sido preembrión (X): El “argumento” de la pérdida precoz de embriones

El Prof Herranz, hace ver que cuando se construye una moral sobre presupuestos biológicos no demostrados, el resultado inmediato es la confusión y la argucia para excusar acciones que carecen de ética. Es el caso, esta vez, del “argumento” de la pérdida precoz de embriones que, de forma bien dosificada, es también muy útil para la planificación anticonceptiva y abortista.  

En palabras del Prof Gonzalo Herranz: “Es bien conocido que un número muy elevado de productos de la fecundación se malogran muy tempranamente. Bien podría ocurrir que fueran alrededor de las tres cuartas partes, pero eso es una suposición.

No sabemos cuántos embriones se pierden y seguiremos ignorándolo mientras no dispongamos de procedimientos muy precisos para detectar que la fecundación se ha iniciado y completado. 

Sabemos, sin embargo, que son muchos los casos en que los gametos fusionados no culminan el proceso de la fecundación, pues ni siquiera se realiza la primera división en dos blastómeros: tales fecundaciones no llegadas a término no son, en realidad, fecundaciones. 

…Esa “cuantiosa pérdida” de embriones suscitó el interés preocupado de algunos bioéticos y teólogos, que consideraron que un despilfarro tal de vidas humanas iniciales podría ser prueba del escaso valor biológico, ontológico y ético del embrión humano: pensaban que era razonable dudar que pudieran ser miembros de la familia humana un número masivo de seres cuya existencia rudimentaria y fugaz pasa inadvertida, que a nadie provocan pena ni duelo. 

…En el campo bioético, “el argumento” ha sido presentado a veces recargando las tintas: para resaltar la insignificancia del embrión inicial muerto tan prematuramente algunos lo han echado en la cuenta de la menstruación. Y, así, han hablado de embriones que son expulsados con la cubierta endometrial en lo que parece ser una simple menstruación, o que “entre el 60 y 80 por ciento de los embriones naturalmente concebidos son simplemente baldeados con el flujo menstrual de la mujer, sin que la cosa se note”. 

Son, una vez más, expresiones retóricas, que, en su empeño de depreciar al embrión, ignoran la realidad biológica: los embriones que fenecen antes de la implantación mueren bien en la trompa, bien en la superficie del endometrio; y, lo mismo que los ovocitos no fecundados, sufren autolisis o son fagocitados. Esos ovocitos fecundados se disuelven mucho antes de la menstruación y nada tienen que ver con ella. Sólo los que mueren cuando ya han iniciado la implantación son candidatos al aborto menstrual.” Gonzalo Herranz. El embrión ficticio: historia de un mito biológico. El autor explica su libro. Cuadernos de Bioética 2014; 25: 310-311.


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