viernes, 3 de junio de 2022

Píldoras contraceptivas y otros abortivos (III)

Cuando por interés ajeno a la ciencia se tergiversan el significado de las palabras en biología de la reproducción y, por ejemplo, el inicio de la concepción se coloca no en el estadio de la fecundación tras la unión de los gametos, sino que, sin base científica, se considera que la concepción se inicia con la anidación pasados ya unos diez días tras la fecundación, se da lugar a una confusión gravemente culpable que acepta como indiferente la pérdida de embriones humanos que pasan a ser tenidos como inexistentes de forma imaginaria y falsa.  

La claridad del Prof Herranz es muy significativa: 

“(El concepto de definición de la concepción) … fue objeto de estudio en septiembre de 1985, en una reunión de la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia (FIGO) en Berlín Occidental.

En tal ocasión, el Comité de Aspectos Médicos de la Reproducción Humana, presidido por M.F. Fathalla, M.D., de Egipto, fue encargado por la Junta de Gobierno de la FIGO, respondiendo a una petición de la Organización Mundial de la Salud (OMS), de establecer una definición precisa del término gestación. El Comité acordó la siguiente postura: 

“La gestación empieza con la implantación del huevo fecundado. Siguiendo las definiciones citadas de concepción y gestación, un abortifaciente es aquello que actúa interrumpiendo la gestación, lo cual sólo ocurre después de la implantación”.

Como vemos, el padre ha desaparecido del terreno de la transmisión de la vida humana: no existe ya como agente biológico y moral en la procreación de un nuevo ser humano. Observamos que algo fundamental se nos ha escamoteado: los decisivos primeros días de la existencia flotante pero increíblemente activa del embrión preimplantado. 

… La causa está lista para sentencia. Los argumentos, plagados de peticiones de principio y hábilmente manipulados, permiten concluir a Tatum y Connell: “Es de esperar que estas definiciones oficiales y los datos científicos nuevos proporcionen un fundamento realista y científico para entender con mayor lucidez el mecanismo de acción de los DIUs entre el público, los teólogos, los políticos y los trabajadores de la salud en general”.

Nada se dice sobre lo que pasa al embrión entre la fecundación y la anidación, ni de su entidad biológica ni de su rango ético durante esos días tan importantes. Los expertos, las autoridades oficiales han decidido ignorar su existencia. Es inquietante la ingenua franqueza con que por decreto se reduce a la nada al embrión preimplantado. La ciencia oficial prescinde de él, lo desconoce: es un no-existente.

Pero lo igualmente grave es que la argumentación de Tatum y Connell, que representa de modo típico la posición de la 'ciencia oficial', consigue poner una única e idéntica etiqueta moral de inocencia a la contracepción anovulatoria, a la interceptiva y al aborto precoz, mediante un juego de palabras y de redefiniciones que permite ignorar la significación ontológica y moral del embrión preimplantado. Esta tergiversadora falsificación de conceptos es la piedra angular del control de los nacimientos del futuro.

Con el apoyo de la ciencia organizada, pasa a ser doctrina oficial que el decisivo tiempo biológico que transcurre entre la fecundación y la anidación carece de interés para la embriología clínica, para la fisiología o la farmacología de la reproducción, y, como era de esperar, también para la ética.” Gonzalo Herranz, conferencia “La píldora RU-486 y otros abortivos: ¿El control natal del futuro?”, en el Congreso Internacional por la Vida y la Familia. Santiago de Chile, 20 de agosto de 1994.


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