En los momentos actuales, y para no dejarnos llevar de engaños, es tan necesaria como útil esta valoración que realiza el Prof Gonzalo Herranz sobre el valor de los Comités de Bioética.
Así se expresa el Prof Herranz:
“…Los Comités son una respuesta a la necesidad, tan humana, que todos sentimos de consultar unos con otros las cuestiones graves. Y, en concreto, consultar sobre materia ética es un signo de madurez moral. La formación del juicio y la toma de decisiones en bioética, por lo que la materia tiene de nuevo y de importante, es algo que invita, ya a nivel personal, a buscar la conversación y el consejo de otros. Se ponen así en común, horizontalmente, dudas y datos, perplejidades y soluciones. Uno consigue así protegerse del vértigo de bucear en solitario problemas nuevos. En particular, la consulta con otros libera de sesgos y miopías: nos hace oír voces diferentes y abrirnos a perspectivas no sospechadas.
...En la historia general de los comités, como en la de todo lo humano, se entremezclan la eficacia y la futilidad, la magnanimidad y el oportunismo. Según sean sus líderes y sus miembros, puede un Comité adquirir una autoridad incontestable o puede vegetar en la trivialidad. No podemos olvidar que los Comités públicos, incluidos los de Bioética, son hechura de alguna autoridad. Según sea la actitud, respetuosa o dominante, que hacia el Comité ella manifieste, éste puede ser un organismo vigoroso, original e independiente, o un títere, servil y manipulado. La autoridad que lo crea puede tenerlo en un puño y someterlo a influencias de poder que limitan su libertad. Puede también debilitarlo mediante una lenta asfixia económica e impedirle ejercer su función principal de ser una conciencia ética.
La tipología y el carácter de los comités es variadísima. L Walters ha hecho un inventario de los tipos y roles que los sociólogos han asignado a los comités, en función de su dependencia-independencia, que voy a resumir tomándome amplias libertades. Se dan, en un extremo, los comités decorativos, creados para desempeñar una función meramente ornamental: formados por hombres de paja, sirven para dar una apariencia de dignidad o imparcialidad a las normas de la política oficial ya decididas. No muy lejos de ellos, están los comités kamikaze, que se nombran para salvar, con su sacrificio, el desgaste político de la autoridad que los erige: están ahí para retrasar una decisión comprometedora o para recomendar decisiones impopulares. Los comités plataforma tienen un cometido más noble: son creados para servir de foro al pluralismo ético, para constituirse ellos mismos en inventario de la diversidad social y para actuar, de ese modo, como escaparate de ideas e intereses diferentes y encontrados. Hay también, felizmente, comités-comités, eficaces, competentes, que buscan y sistematizan la información, diseñan y evalúan las diferentes soluciones aplicables, ofrecen las bases sobre las que puedan tomarse decisiones. Se trata de comités, en fin, que ejercen una eficaz tarea de educación del público, y que son capaces de ganar para las sugerencias y recomendaciones que proponen el apoyo inteligente de la sociedad.” Gonzalo Herranz, “La Bioética, asunto público: presente y futuro de los Comités Internacionales y Nacionales de Bioética”, conferencia en el Congreso Internacional de Bioética. Universidad de La Sabana, 1997.
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