Seguimos valorando de manos del Prof Herranz la naturaleza auténtica de los Comités de bioética. Es fundamental que en dichos comités se respire libertad. Libertad expresada en la calidad y consistencia científica con que se elaboran sus argumentos. Sin esa libertad los comités serán comités decorativos o de paja, más conocidos como “comités políticos”.
El Prof Herranz, así se expresa:
“Aunque no fuera por otra cosa, los Comités de rango nacional e internacional deben existir para ser plataformas en las suenen las voces de hombres de buena voluntad. Nunca debería estar ausente en ellos la voz de la ética cristiana con su formidable fuerza vivificadora. Su exclusión sectaria significaría un empobrecimiento irreparable del valor de esos Comités.
…Un rasgo prácticamente universal es su carácter consultivo, asesor. Se arguye razonablemente que por ser comités de ética no pueden ser instituciones prescriptivas. Puesto que la ética no se puede imponer por la fuerza, los comités nunca podrán constituir un “poder” fáctico.
Su fuerza está en su autoridad y ascendencia moral, en la objetividad con que los datos son expuestos, la ecuanimidad con que los argumentos son resumidos, y la consistencia y fuerza persuasiva de las conclusiones que propone.
Los comités nacionales pueden hacer recomendaciones, pero se abstendrán de preparar borradores de nuevas legislaciones. No han de llegar necesariamente a un consenso: eso debe dejarse muchas veces a las negociaciones, pragmáticas e inevitablemente abiertas al compromiso, de los políticos.
Un extremo importante es el que se refiere al régimen de tutela, pues de él depende la mayor o menor autonomía e independencia del comité. Nunca la autoridad que acoge al comité debería someterlo a una situación de dependencia, económica y burocrática, que pudiera limitar la libertad de indagación o la independencia de funcionamiento.
Sobre todo, debe concederse a los comités la libertad de dar a conocer sus estudios, conclusiones y recomendaciones: cuando actúan como conciencia de la sociedad, como abogados de la dignidad y la justicia dentro del terreno que les ha sido asignado, su voz debe ser escuchada por todos, incluidos quienes los han creado.
…Es rasgo propio de todo comité nacional aspirar a ser un lugar de convergencia de las diferentes tendencias ideológicas que circulan por la sociedad y los diferentes enfoques que, desde las distintas ramas, humanísticas o biomédicas, de la ciencia, ofrecen versiones y soluciones complementarias de los problemas que se estudian. Es decir, por definición, los Comités han de ser ideológicamente pluralistas y científicamente pluridisciplinarios...” Gonzalo Herranz, “La Bioética, asunto público: presente y futuro de los Comités Internacionales y Nacionales de Bioética”, conferencia en el Congreso Internacional de Bioética. Universidad de La Sabana, 1997.
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