Es muy conveniente tener habitualmente presente la razón nuclear por la que se ejerce la medicina o la enfermería: es esencialmente un servicio orientado a las necesidades genuinas de los pacientes y, por lo tanto, diametralmente alejado de todo servilismo infiltrado de tiranía autonómica que doblega el servicio médico auténtico en una actividad mercenaria.
Las palabras del Prof Gonzalo Herranz clarifican la cuestión:
“Consideremos los fundamentos éticos de la atención paliativa. La Atención paliativa se apoya, a mi modo de ver, sobre dos pilares básicos de la Ética médica. Uno es el respeto ético de la debilidad, que debe ser aceptada y protegida como parte del existir humano. El otro es el carácter limitado, finito de las intervenciones médicas agresivas, que han de dejar paso a los cuidados paliativos como respuesta sabia y compasiva a la enfermedad terminal. Merece la pena considerarlos en detalle.
Veamos el respeto y protección de la debilidad. La vocación de médicos y enfermeras es una vocación de servicio. Son vocaciones que sirven al hombre, de acuerdo con un entendimiento profundo de la dignidad del paciente y del valor de la salud y de la vida humana. Ese servicio trata primariamente de satisfacer las necesidades genuinas del paciente. Nunca pueden dedicarse a complacer servilmente sus caprichos.
Es crucial el diálogo con el paciente para concertar, mediante la gestión ética y humanizante del consentimiento, su legítimo control sobre los tratamientos, conformes siempre con las exigencias de la ciencia y de la ética profesional. Si en la relación médico/paciente o médico/enfermera se infiltrara el servilismo, en forma de tiranía autonómica, Medicina y Enfermería se convertirían actividades mercenarias.
Los profesionales de la salud no son esclavos del paciente, tampoco son sus dueños. Su papel es juzgar sobre el valor de los medios de que disponen, no del valor de las vidas que les son confiadas. Y, sin embargo, algunos médicos y enfermeras consideran que hay vidas tan carentes de calidad y dignidad, que las tienen por no merecedoras de atención médica ni de consuelo humano. Tal actitud supone, además de una subversión total de la tradición ética de las profesiones sanitarias y de toda la cultura occidental, una apostasía del futuro.
La razón es patente: uno de los elementos más fecundos y positivos, tanto del progreso de la Medicina como del de la sociedad, ha consistido en comprender que los débiles son importantes. De esa idea nació precisamente la civilización y también la Medicina. Pero, a punto de llegar al tercer milenio, el respeto y el servicio a los débiles siguen encontrando resistencia en el interior de cada uno de nosotros y en el seno de la sociedad. Hoy, el rechazo de la debilidad se está aceptando y ejerciendo a una escala sin precedentes”. Gonzalo Herranz, Conferencia en el VI Máster de Cuidados Paliativos. Aula “Ortiz Vázquez”, Hospital La Paz de Madrid, 8 de mayo de 1999.
No hay comentarios:
Publicar un comentario