viernes, 29 de septiembre de 2023

El embrión humano, sujeto de investigación (VII)

Fijar el comienzo de la vida del embrión humano exactamente a los 14 días, ni uno más ni uno menos, sólo cabe si la razón científica se pliega a una ética de utilidad con un efecto devastador en vidas humanas.

El Prof Herranz es diáfano en definir lo que realmente puede llamarse ciencia en este campo: 

“… el “mito de los catorce días”, es una noción que parece haber embobado a muchos cultivadores de la Embriología clínica moderna. Pero nadie ha podido justificar las siguientes y vergonzosas cláusulas en que se concreta la doctrina de los 14 días:

a) durante los primeros catorce días de su existencia, el embrión humano in vitro no es un ser humano;

b) como objeto de investigación biomédica, el embrión humano deja de ser, a partir de ese día, una entidad que tenga el más mínimo interés científico; el experimentador queda legalmente obligado a destruirlo y ha de renunciar a conocer cuáles son las consecuencias a medio o largo plazo de sus intervenciones terapéuticas o la precisión de sus métodos diagnósticos.

c) quien desee investigar sobre embriones humanos contrae el deber moral de impedir que esos seres humanos “potenciales” lleguen a serlo de hecho y queda obligado a aplicarles la muerte.

Todas estas decisiones son, cualesquiera que sean las convicciones filosóficas o religiosas del investigador, unas decisiones extraordinariamente graves, que tendrían que fundamentarse en razones biológicas de solidez indisputable. Pero no las hay. Las que se han dado para fijar la ficticia frontera de los 14 días son arbitrarias, carecen de todo contacto con la realidad observable del desarrollo embrionario. Hasta que el hipotético cambio radical que se atribuye a la edad embrionaria de catorce días no esté claramente demostrado con datos y razones biológicas serias, de modo que pueda ser aceptado por cualquier científico honesto, no puede servir como límite legítimo de modos radicalmente inhumanos de tratar a ciertos seres humanos. No es una solución sabia ni ontológicamente ni desde el punto de vista de la libertad de investigación.

La conclusión está clara. La regla de los 14 días es irracional y caprichosa. Porque o la investigación destructiva sobre seres humanos embrionarios es intrínsecamente inmoral y debe ser prohibida, o es una laudable operación, con lo que limitarla a catorce días es una decisión oscurantista que se opone al progreso científico y a la libertad de investigación.” Gonzalo Herranz, “El embrión humano, sujeto de investigación”. Conferencia en el Centro Culturale Don Minzoni, Cagliari, 11 de marzo de 1988.

viernes, 22 de septiembre de 2023

El embrión humano, sujeto de investigación (VI)

Considerar que el embrión humano empieza su existencia a los 14 días y que hasta ese momento sólo es “preembrión” está fuera de cualquier rigor científico y sólo cabe que pueda ser asumido por quien se deje llevar de groseros intereses ideológicos utilitaristas que merecen ser clasificados, por sus consecuencias, como atrozmente despiadados, al justificar la investigación y legal destrucción de esos seres humanos durante sus primeras semanas.

El Prof Gonzalo Herranz clarifica certeramente esta cuestión:

“Las legislaciones… y la trampa del “preembrión”. …No puedo trazar aquí la historia de este término, acuñado por la Dra. Penelope Leach, pero debo aludir al trasfondo ideológico del neologismo. En un artículo editorial de Lancet se nos dice que el término “embrión”, en el contexto de la investigación sobre fecundación in vitro es engañoso y que en su lugar conviene utilizar el término menos cargado emotivamente de “preembrión” para el producto de la concepción en sus primeros 14 días, pues sólo parte de ese producto está destinado a convertirse en embrión. El término “preembrión”, aclara Lancet, ha hecho más que todo lo demás para bajar la temperatura de las discusiones en torno a la investigación sobre embriones.

En efecto, hablar de “preembriones” es un truco semántico para expropiar al embrión no sólo de su condición humana, sino de su entidad biológica. Gracias a este artificio verbal el embrión humano es cosificado y anulado ontológicamente y la oposición a la investigación destructiva queda aniquilada. 

…El término “preembrión” sirve para desterrar de la familia humana al embrión inicial, arrebatándole todos los privilegios y derechos humanos, entre ellos y específicamente las normas éticas protectoras que se aplican en la investigación y experimentación a los demás seres humanos. Es más, por ser ellos esencialmente vulnerables e incapaces de prestar su consentimiento informado, deberían, en todo caso, ser objeto de una protección legal y ética particularmente cualificada, del género que se aplica a otros seres humanos particularmente vulnerables.

Los médicos nos damos cuenta de que el término “preembrión” no nace de necesidades científico-médicas, sino de intereses ideológicos…” Gonzalo Herranz, “El embrión humano, sujeto de investigación”. Conferencia en el Centro Culturale Don Minzoni, Cagliari, 11 de marzo de 1988. 


jueves, 14 de septiembre de 2023

El embrión humano, sujeto de investigación (V)

En todo trabajo científico no se acepta ni siquiera como probable lo que no responde a la crítica de los métodos empleados. De forma incomprensible, sin embargo, cuando el trabajo científico versa sobre el embrión humano se aceptan a nivel internacional gran número de trabajos que concluyen falacias por carecer del exigible rigor metodológico y estadístico.(Acceso a todo el blog en www.medicinayvidas.com)

El Prof Herranz explicita la denuncia ética a esa pseudociencia embrionaria.    

“Desde un punto de vista deontológico, nadie ha mostrado una mayor fidelidad a las directrices de la carta magna de la experimentación humana que es la Declaración de Helsinki de la Asociación Médica Mundial. La Instrucción vaticana Donum vitae hace suya la idea de que jamás los intereses de la ciencia o de la sociedad podrán prevalecer sobre los del individuo; señala que la investigación no puede convertirse en una manipulación destructiva de seres humanos; aboga en favor de que jamás un ser humano puede ser incluido en un ensayo experimental sin que haya dado su consentimiento y ordena que los experimentadores deben suspender sus investigaciones si éstas resultan en algún daño o molestia para los sujetos de experimentación.

…Como vemos, el embrión humano es hoy, al igual que el hombre mismo, un signo de contradicción, y la batalla por el respeto al hombre está todavía por decidir.

…Pero no sólo es el costo de vidas humanas embrionarias lo que produce malestar profundo cuando se revisan los artículos de la nueva Embriología. Se percibe también una sensación de trabajo apresurado, precedido de poca reflexión, que busca innovaciones técnicas para asegurarse alguna supremacía sobre grupos competidores en la mejora de los resultados clínicos.

No es de extrañar, pues, la débil contextura de muchos trabajos. La calidad científica es en esta parcela de la ciencia médica notablemente inferior a la que se exige en otros campos…

No cabe disimularlo: la bibliografía sobre las técnicas de reproducción asistida presenta una fuerte contaminación de artículos de dudosa calidad científica. Hay sin duda trabajos publicados que son correctos y aún elegantes desde el punto de vista de la metodología científica. Pero son muchos más los que parecen hechos apresuradamente y que no resisten una crítica seria de sus procedimientos metodológicos y estadísticos. Se empiezan a elevar voces de dentro de la propia comunidad científica que reclaman calidad y una selección más severa de los trabajos aceptados para publicación.

Pero, por desgracia, todos ellos muestran la misma insensibilidad de autores hacia las reclamaciones morales del embrión humano: parece como si el embrión joven fuera considerado por todos como un animal de experimentación.

Y esto ocurre delante de una sociedad no sólo tolerante, sino admirada. No parece que las legislaciones que se preparan vayan a poner freno a la investigación abusiva.” Gonzalo Herranz, “El embrión humano, sujeto de investigación”. Conferencia en el Centro Culturale Don Minzoni, Cagliari, 11 de marzo de 1988. 


miércoles, 6 de septiembre de 2023

El embrión humano, sujeto de investigación (IV)

La vitalidad de la ética médica deriva del respeto que proporciona al embrión humano, junto con el rechazo a involucrar a la persona humana, en ningún momento de su existencia, como mero objeto de utilidad. 

El Prof Herranz, siguiendo los anteriores apartados, lo expresa de forma diáfana:  

“En contraste con la doctrina warnockiana de dominio utilitarista sobre el embrión joven, que viene a ser como un pacto entre los poderosos para explotar a los más débiles, la Instrucción vaticana `Donum vitae´ impone el respeto como actitud ética ante la vida humana naciente. 

Tengo una gran simpatía personal por la Instrucción `Donum vitae´, pues simpatizo profundamente con la idea del respeto ético. Y me gusta porque sus formulaciones son sencillas. En la visión cristiana, todos los seres humanos han de ser amados por igual, todos respetados como personas humanas, desde el primer instante de su existencia. A todos debemos los mismos cuidados, la misma protección desde el momento de su concepción. Suceda ésta donde suceda -en lugares tan dispares moralmente como dentro o fuera del matrimonio, en la injusticia agresora vulnerante de la violación o en las asépticas condiciones del tubo de ensayo- la concepción inaugura siempre una vida humana, que no es del padre ni de la madre, sino la de un ser humano que se desarrolla por sí mismo y que jamás llegaría a ser humano si no lo fuera ya entonces. 

Todos los seres humanos reclaman de nosotros la misma atención y respeto. Si están enfermos, hemos de atenderles conforme a los mejores y más benéficos avances de la ciencia biomédica, esto es, diagnosticarles y aplicarles las terapéuticas apropiadas, siempre en el respeto a su singularidad personal. El diagnóstico prenatal y las intervenciones terapéuticas sobre el embrión humano son lícitos si respetan su vida y su integridad, si buscan su curación y su bienestar y si, como ocurre con los otros seres humanos, no los exponen a riesgos desproporcionados.

El de la Instrucción `Donum vitae´ es un lenguaje sencillo, hecho de respeto y compasión, pero abierto a la audacia científica y a la modernidad. No hunde al embrión en un estrato de subhumanidad. Al contrario, le confiere plenitud de derechos y le hace compartir todas las exigencias éticas conferidas a los seres humanos. No es el embrión humano considerado como un animalillo experimental o un complejo celular, sino que comparte los privilegios generales de la humanidad.

No me cansaré de insistir en que, en medio de la exuberante proliferación de directrices y recomendaciones sobre experimentación embrionaria humana, sólo la `Donum vitae´ es máximamente abierta. Apuesta por la emancipación ética del embrión y lo reviste de derechos humanos inalienables.” Gonzalo Herranz, “El embrión humano, sujeto de investigación”. Conferencia en el Centro Culturale Don Minzoni, Cagliari, 11 de marzo de 1988.