Este blog, del Grupo de Ética Médica (GEM), persigue favorecer la Formación Continuada en Medicina. Su contenido principal es la Ética Médica siguiendo el magisterio del Prof. Gonzalo Herranz (1931-2021), que ocupó, entre otros cargos, los siguientes: Vicepresidente de la Comisión de Ética del Comité Permanente de la Comunidad Europea; Miembro del Comité Internacional de Bioética de la UNESCO y Experto ante el Parlamento Europeo. Impartió docencia en numerosas universidades internacionales.
viernes, 13 de diciembre de 2024
sábado, 7 de diciembre de 2024
Reproducción humana artificial (9)
Cuando la técnica es la que decide lo que es correcto hacer, como en el caso de la fecundación in vitro, la dignidad del ser humano se iguala al animal.
La respuesta del Prof Herranz:
Cuestión: Los procedimientos de procreación humana artificial, desde el punto de vista ético, son contrarios a la dignidad de las personas. En primer lugar, la de los esposos, que en este proceso de reproducción solo tienen el papel de productores de material: óvulos y espermatozoides. En segundo la del nuevo concebido, al que se priva del derecho de ser engendrado en el acto amoroso y fecundo de donación interpersonal de sus padres; y al que se le considera un objeto de propiedad, admitiéndose la posibilidad de seleccionarlo, rechazarlo y destruirlo si padece alguna malformación o no consigue satisfacer las expectativas de sus progenitores. Y, por último, la del personal médico-técnico, por arrogarse una función —ser dueños de la vida— que no les corresponde.
Respuesta: “La historia de la fivet es, en este sentido, reveladora. Empezó aplicando a la reproducción las técnicas que ya estaban vigentes en la reproducción animal, sobre todo en la reproducción ganadera. Pero se descuidó desde el principio lo peculiar de la ética, la humanidad: lo que debería distinguir la reproducción veterinaria de la humana no tendría que ser la técnica -que, a pesar de ciertas diferencias, son muy similares-, sino la ética.
No se quiso tener presente, a pesar de todos los movimientos de reivindicación de los derechos de los animales, que hay una distancia insalvable, categórica, entre el respeto debido al animal y el que se debe al embrión humano in vitro.
En reproducción asistida, se ha desdibujado la idea de que hay un inmenso desnivel ético entre el embrión humano y el embrión animal, entre un ser humano vivo y un ser animal vivo. El reduccionismo técnico ha hecho borrar estas diferencias.” (En “Al servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz. José María Pardo. Ed EUNSA, 2015, 90-91)
viernes, 29 de noviembre de 2024
Reproducción humana artificial (8)
No deja lugar a dudas el Prof Herranz:
Cuestión: Para asegurar el éxito de los procedimientos de reproducción humana artificial las clínicas generan en el laboratorio unos 8 ó 9 embriones por ciclo. Unos se transfieren al útero de la mujer (generalmente no más de tres); los restantes, se congelan. Se estima que hay varios millones de vidas humanas en los tanques de nitrógeno líquido a una temperatura de -196 grados centígrados. Además de que la congelación es incompatible con el respeto debido a los embriones humanos, se plantea el dilema de qué hacer con ellos. La Iglesia -y otras muchas personas de buena voluntad- no parece encontrar de momento una solución a este problema. ¿Usted imagina algún avance técnico que en el futuro pudiera ofrecerles una salida?
Respuesta: “La acción deliberada de producir embriones en exceso es, a mi parecer, un signo gravísimo de falta de humanidad. No se ha querido enfrentar el problema, se mira para otro lado. Domina ahí una ética de la eficiencia, terriblemente egoísta.
Nadie que se dedique a la fivet puede ignorar -al menos subjetivamente- que cada embrión singular que es producido in vitro es un ser humano: más aún, es producido como un ser humano y para ser un ser humano. Nadie ignora que en un embrión humano está contenida, pendiente de su desarrollo, toda la humanidad de un ser humano. No son los embriones cosas, materia anónima, que se pueda tratar a granel. Pero en la práctica clínica, en razón de la competitividad profesional, para ganar prestigio público y estar entre los mejores, para atraer la mayor cuota de mercado posible, para responder de inmediato al deseo urgente de los progenitores de obtener descendencia cuanto antes, se ha sacrificado al embrión singular en aras de esos otros intereses. Ya no importa cada embrión como ser humano singular; lo que interesa a los protagonistas, a progenitores y clínicos, es el objetivo de producir un niño, cueste lo que cueste.
En este campo existe una mentalidad utilitarista, eficientista, empresarial, de alcanzar objetivos, sin reparar en medios. Interesa el producto final. La intersección de tantos intereses (científicos, sociales, familiares y económicos) ha conducido a considerar al embrión como una cosa, un recurso, mera materia prima”. (En “Al servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz. José María Pardo. Ed EUNSA, 2015, 89-90)
viernes, 22 de noviembre de 2024
Reproducción humana artificial (7)
El científico que instrumentaliza el embrión humano para sus éxitos, se pone en trance de convertirse en un operario industrial que da juego a la oferta y la demanda. Ejemplo evidente de ello se da en la fecundación in vitro.
El Prof Herranz lo expresa con claridad:
“Aunque ha habido grandes avances técnicos ligados a la reproducción humana asistida ya en marcha (biopsia de vellosidades coriales y análisis del líquido amniótico), esta mentalidad exige, por su dinámica interna, cada día más del diagnóstico genético preimplantatorio. La biopsia de un blastómero resulta ya suficiente para establecer quién debe vivir y quién no. La ética sentimental dicta que eliminar embriones preimplantatorios es menos dramático, afecta menos a la sensibilidad emocional, que un aborto más avanzado.
En la reproducción asistida se ha invertido mucho dinero. Es una industria muy competitiva, que aguza el ingenio. Y no sólo en lo que tiene de negocio, sino en la investigación que necesita para expandir el mercado y asegurar la calidad de los servicios. Se ha invertido en ella una enorme cantidad de ingenio, de agudeza científica para el desarrollo de técnicas. Ciertamente no se les puede negar brillantez de diseño técnico. Pero ha sido trágico que para obtenerlo, en muchas ocasiones, hayan anulado, con razones ficticias, la condición humana del embrión.” (En “Al servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz. José María Pardo. Ed EUNSA, 2015, 86-87)
viernes, 15 de noviembre de 2024
Reproducción humana artificial (6)
El Prof Herranz lo expresa con claridad:
Cuestión: Robert Edwards recibió el premio Nobel de Medicina 2010 por sus investigaciones sobre técnicas de fecundación in vitro, que hicieron posible el nacimiento de la primera niña probeta (25 de julio de 1978). Desde el punto de visto ético dichas técnicas presentan importantes objeciones. Además, como señaló Cari Djerassi: "cuando el embrión humano se obtuvo fuera del claustro materno, el genio se escapó de la lámpara". ¿No es cierto que lo que nació para poner remedio a la infertilidad se está convirtiendo en una cuestión de intereses subjetivos y económicos?: bebés medicamento, niños a la carta, maternidad de alquiler y mercantilismo reproductivo
Respuesta: “La deriva microsocial que ha empujado a la fecundación in vitro ha superado todos los cálculos. En los años inmediatamente anteriores a 1978 (cuando nació la primera niña probeta) muchos bioéticos (Fletcher, Ramsey, Kass, entre otros) trataron de vislumbrar las consecuencias de la reproducción artificial. Eran personas muy imaginativas, que crearon escenarios sorprendentes, futuristas; pero que, ante lo que vino después, se quedaron cortos. En aquel tiempo, antes y después de 1978, la preocupación estaba centrada en la posibilidad de que las técnicas de reproducción asistida indujeran malformaciones o trastornos del desarrollo que conllevara una descendencia defectuosa. Los efectos sobre la estructura de la familia y el matrimonio humanos estaban en segundo plano: lo importante era acabar con el sufrimiento de la esterilidad por obstrucción tubárica.
No cabe duda que sacar la transmisión de la vida humana de sus límites corporales, de la relación conyugal, ha despersonalizado la reproducción, la ha cosificado. Hacer extracorpórea la transmisión de la vida humana es, en cierto modo, hacerla deshumana, es desconectarla del hombre y exiliarla al mundo extraño del laboratorio, donde lo humano, los gametos y los embriones, se hacen objeto tecnificado. Y donde, de modo casi inevitable, el dominio del experto, lo mismo que el capricho del cliente, tienden a hacerse norma.
Por un tiempo se pensó que la reproducción asistida estaba destinada a aliviar la esterilidad de las parejas. Pero esa idea no podía resistir al doble ataque del virtuosismo técnico (podré hacer lo que hasta ahora nadie ha hecho) y de la autocracia del consumidor (haré que me hagan lo que no han hecho a nadie). Curiosamente, muchos han querido ser originales. Y responder a los deseos de unos y otros se ha convertido en la brújula del progreso técnico. Se ha creado un mundo de caprichos. Ahí tenemos el caso de la India: la maternidad de alquiler es hoy una repugnante explotación que las mujeres ricas del primer mundo ejercen sobre las mujeres pobres del tercer mundo. Cierto que allí están tratando de poner orden legislativo a este abuso, pero el turismo explotativo de la reproducción asistida es muy fuerte: los agentes locales, médicos y negociantes, no parecen muy escrupulosos.” (En “Al servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz. José María Pardo. Ed EUNSA, 2015, 85-86)
viernes, 8 de noviembre de 2024
Reproducción humana artificial (5)
El mundo occidental respira indiferente una atmósfera nazi devastadora: se propicia el aborto como la solución, aceptable y deseada, para todo nacimiento defectuoso.
La respuesta del Prof Herranz no deja lugar a la duda.
Cuestión: Sucede no pocas veces que el diagnóstico prenatal se pone al servicio de una mentalidad eugenésica, que acepta el aborto selectivo para impedir el nacimiento de fetos afectados por distintas patologías.
Respuesta: “En efecto, a medida que avanza el diagnóstico prenatal (incluido el diagnóstico genético pre-implantatorio) se va imponiendo en genetistas y obstetras, lo mismo que en la sociedad general, la idea de que solamente es aceptable el hijo que está libre de taras genéticas o de defectos del desarrollo. De este modo, la mentalidad eugenésica empieza a dominar estratos cada vez más extensos de la sociedad, sobre todo en las sociedades más avanzadas y en los sectores más ilustrados de ellas.
Los médicos y biólogos ofrecen, sonriendo, desde las páginas de los periódicos o en las pantallas de la televisión la puesta a punto de técnicas que anticipan en el tiempo el diagnóstico de lo "no deseable" y la posibilidad de desembarazarse de una criatura que no será competitiva. No se trata ya sólo de dejar que los padres elijan libremente. Cada vez más, desde el punto de vista del médico, el diagnóstico prenatal, a veces el encarnizado diagnóstico prenatal, es el medio de sobrevivir incólume en una cultura de rechazo a la tara congénita. Fallar un diagnóstico prenatal, o atender a un embarazo del que nace un niño con lesiones malformativas o con trastornos genéticos no detectados a tiempo, es una situación que puede costarle muy cara al médico. Todo (la jurisprudencia, la legislación, la exigencia social) impone al médico como signo de competencia profesional un deber nuevo: permitir el nacimiento exclusivamente de niños sanos.
En las sociedades avanzadas de hoy, la opción del aborto es la solución propuesta no sólo para los casos en que se demuestra un diagnóstico incompatible con la vida o de trastornos graves del desarrollo neurológico y psicológico de las criaturas; es un imperativo para los casos de duda. El aborto es la solución jurídica-mente más segura, más ventajosa para el médico. Las sentencias judiciales les han llevado a la cínica convicción de que un feto deliberadamente abortado, aunque fuera sano, nunca crea problemas; una criatura malformada, pero viva, los crea.
Esto es lo que está sucediendo en las sociedades que aspiran a que no haya especímenes biológicos deficientes, que todos los niños nacidos hayan pasado por ese filtro de calidad, de la creciente optimización de la reproducción humana. Un médico alemán lo señalaba de un modo gráfico: las exigencias de calidad del feto han convertido al feto enfermo en una especie de parásito que debe ser expulsado del cuerpo, como si fuera una lombriz intrauterina. En eso está quedando el respeto debido al ser humano minusválido antes de nacer. Esta mentalidad eugenésica está haciendo saltar en pedazos la idea del hijo como un regalo de Dios, como don recibido, como milagro, y la está sustituyendo por la idea del hijo como objeto que se diseña y que ha de cumplir ciertos requisitos para ser aceptado.
En bioética se tiene por insulto intolerable el trazar algún paralelismo entre la política eugenista nazi y la práctica eugenista que se está imponiendo de modo práctico, y con creciente adhesión, en las sociedades avanzadas de hoy. Es evidente que hay marcadas diferencias de procedimiento, y que han transcurrido muchos decenios de avances científicos y refinamientos técnicos. Pero el resultado final, erradicar el error genético, la minusvalía congénita, es el mismo: los dos son producto de una visión exclusivamente biologista del hombre. De momento, las decisiones eugenésicas están en manos de los progenitores. Pero no cabe duda de que la mentalidad eugenista está penetrando hondo entre obstetras y genetistas. Cada vez es más fuerte, más dominante, la idea de que forma parte de la competencia profesional el ofrecer productos terminados de alta calidad.” (En “Al servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz. José María Pardo. Ed EUNSA, 2015, 84)
jueves, 31 de octubre de 2024
Reproducción humana artificial (4)
Respuesta del Prof Herranz:
Cuestión: El hijo, ¿es un derecho o es un don?
Respuesta: “En la sociedad, muchos de los que viven de espaldas a Dios -que es el Creador de la vida- ya no consideran al hijo como lo que es: un regalo, un don, algo sorprendente y casi increíble. Se le ha reducido a simple producto que se puede proyectar, obtener e incluso aceptar o rechazar.
La mentalidad contraceptiva (tengo los hijos que quiero y cuando quiero) se combina con la mentalidad de la reproducción asistida (produzco los hijos cuando me conviene, incluso en las condiciones sociológicas o de combinatoria biológica que yo elija).
Se crea entonces la convicción social -y también, hasta cierto punto, profesional, médica- de que la transmisión de la vida es mera biología, mera técnica, que ha roto toda conexión con el asombro, con el misterio que siempre ha sido la transmisión de la vida humana, la expectativa del hijo.” (En “Al servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz. José María Pardo. Ed EUNSA, 2015, 83)
viernes, 25 de octubre de 2024
Reproducción humana artificial (3)
La respuesta del Prof Gonzalo Herranz:
Cuestión: El progreso de la industria de la fecundación extracorpórea es una historia de innumerables vidas sacrificadas, de bebés nacidos que no conocerán de dónde vienen, de cientos de miles de vidas condenadas a un limbo helado en los congeladores de las clínicas, de manipulación y engaño a parejas que sufren por su infertilidad, etc. ¿No tendríamos que volver a la lectura del libro de nuestro cuerpo, de nuestra fisiología, para encontrar ahí las causas de la esterilidad y darles solución?
Respuesta: “Creo que todo esto tiene una lectura positiva, al menos, debería tenerla. Se empieza a decir que hemos llegado al techo de la eficacia de la reproducción asistida, que ya no podemos esperar mucho más de ella para dar solución a los problemas pendientes, es decir, a las parejas en las que la reproducción artificial ha fracasado. Eso debería incitar de nuevo al estudio avanzado de la fisiopatología de la esterilidad, para poder encontrar ahí soluciones verdaderamente terapéuticas, no simplemente "protésicas". Hay que investigar de nuevo las causas, los mecanismos. Sólo ahí es donde se puede encontrar un camino de solución. Se necesita una investigación que reconozca las verdaderas posibilidades y las verdaderas limitaciones del ser humano, esto es, más conforme con la naturaleza humana y, por tanto, con la moral cristiana.” (En “Al servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz. José María Pardo. Ed EUNSA, 2015, 82)
jueves, 17 de octubre de 2024
En la festividad de San Lucas, patrono de los médicos
Muy bien lo refleja el Prof Gonzalo Herranz en este fragmento de una intervención suya:
“… En su recurso a Hipócrates y a su Juramento, Juan Pablo II se emplea con una intensidad sin precedentes en el Magisterio de la Iglesia: es una conclusión que se deduce cuando se revisa panorámicamente la presencia de la ética de Hipócrates en los documentos papales, la patrística, la escolástica y la medicina pastoral
En su defensa radical de la vida humana, el Papa adujo reiteradamente las cláusulas del Juramento Hipocrático que rechazan el aborto y la eutanasia.
En el ya referido primer encuentro con los médicos, que tuvo pocos meses después de ser aprobada en Italia la legislación despenalizadora del aborto, urgía a los médicos italianos a que no permitieran que sus conciencias fueran manipuladas mediante halagos, presiones, amenazas o violencia física; a que no mancharan sus conciencias con comportamientos que pudieran lesionar el bien sagrado de la vida humana.
Les animó a "no colaborar en prácticas contrarias a la ética, no sólo cristiana, sino sencillamente natural, en contradicción abierta con la deontología profesional, expresada en el celebérrimo juramento del antiguo médico pagano".
Les instó a ofrecer a sus colegas no católicos el testimonio de una conducta responsable y sin fisuras, que afirme el derecho de libertad de conciencia profesional, promueva la defensa del derecho a la vida, denuncie la situación social de grave injusticia que introduce la ley, e impulse a la práctica de una generosidad desinteresada en servicio de la persona humana…” Gonzalo Herranz, en `La conciencia del médico y el respeto a la vida humana: Juan Pablo II y el Juramento de Hipócrates´
viernes, 11 de octubre de 2024
Reproducción humana artificial (2)
El Prof. Gonzalo Herranz responde a la cuestión:
Cuestión: Millones de seres humanos han nacido gracias a la fecundación in vitro, aunque sólo representan un 20-30% de los embriones producidos para este fin. Esto quiere decir, que millones de seres humanos en estado embrional no han llegado a nacer, debido a los procedimientos altamente agresivos para la débil vida recién concebida, porque no eran aptos o, simplemente, porque sobraban.
Respuesta: “Desde el primer momento, la fecundación in vitro fue mimada por la opinión pública. Fue presentada como una mezcla embriagadora de ciencia y compasión. Se le ha hecho mucha propaganda en las revistas del corazón. Y también mucha publicidad, pues no en vano hay una industria de la reproducción humana.
El tiempo ha hecho conscientes a muchas personas que las técnicas de reproducción asistida tienen límites. El número de descontentos crece en la sociedad porque las técnicas de reproducción asistida no consiguen solucionar sino parte de los problemas. Prácticamente sigue siendo cierto que tres de cada cuatro parejas (no es fácil interpretar los datos, pese a los esfuerzos hechos para medir la eficacia real de las intervenciones) no reciben de esas técnicas el consuelo de un hijo. Sigue sin publicarse un dato esencial: la relación entre el número de niños nacidos y el número de embriones producidos en el laboratorio. Se suele decir que no es muy inferior a la tasa que se da en la reproducción natural, en la que se calcula una pérdida precoz de embriones que algunos fijan en el 80 por ciento. Pero los datos no se publican.” (En “Al servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz. José María Pardo. Ed EUNSA, 2015, 81)
jueves, 3 de octubre de 2024
Reproducción humana artificial (1)
La respuesta del Prof Herranz:
Cuestión: Se ha hablado abundantemente sobre la fecundación in vitro. ¿Es realmente la panacea, el remedio general para revertir el problema de la infertilidad?
Respuesta: “Con la inseminación artificial y la fecundación in vitro se produjo realmente una revolución, cuyos resultados -a mi modo de ver- no consisten sólo en el consuelo de las parejas a las que la asistencia médica ha podido dar descendencia. Consisten, también, en el abandono de la búsqueda de la verdadera solución de muchas de las causas anatómicas, hormonales, médicas o psicológicas de la esterilidad, tanto en la mujer como en el varón.
La práctica de la fecundación in vitro se ha convertido en el remedio universal de la esterilidad. Es una especie de Deus ex machina que resuelve todos los dramas, o parte de ellos. Empezó siendo un modo de vencer las dificultades creadas por la impermeabilidad de las trompas de Falopio, pero con los años se ha convertido en una solución universal a los problemas de esterilidad del varón o de la mujer. Con el desarrollo de las técnicas, en especial de la inyección intracitoplasmática de espermatozoides (o de células espermáticas), la solución se presenta como una cura inmediata, universal, que ha hecho olvidar, dejar de lado, la investigación de las causas y remedios de los diferentes tipos de esterilidad.” (En “Al servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz. José María Pardo. Ed EUNSA, 2015, 80-81)
jueves, 26 de septiembre de 2024
Entrevista: Diagnóstico prenatal y diagnóstico preimplantatorio (y 5)
Bien lo explica el Prof Gonzalo Herranz, siguiendo la respuesta a la cuestión planteada en el envío anterior:
“Pero esencialmente la vida es riesgo. Eliminar riesgos, predisposiciones, enfermedades de aparición tardía exigiría eliminar prácticamente todas las vidas. La perspectiva de sufrir una enfermedad le convierte a un feto en un ser para el aborto. Un ejemplo: hoy es posible detectar genes ligados a la aparición de tumores malignos de un tipo que los patólogos llaman “embrionarios”: aparecen en el cerebelo, la retina, el hígado, el riñón en edad perinatal. La tendencia es a eliminar prenatalmente a los portadores de esos genes. Disponemos de procedimientos de diagnóstico genético para enfermedades de aparición tardía, que darán la cara cuando el portador tenga treinta o cuarenta años. Empieza a cundir la idea de que no merece la pena vivir con esa perspectiva.
Es una visión muy pesimista de la vida humana y de la ciencia biomédica: presupone en serio que, en los treinta o cuarenta años que median entre el momento del diagnóstico y la aparición sintomática de la enfermedad neurológica o tumoral, no se va a producir ningún avance; que el pronóstico dentro de cuarenta años va ser igualmente trágico y sombrío de lo que es, o que nos parece, ahora. Me parece que quienes se tienen por progresistas, porque sostienen que se han de explotar a fondo los avances de la genética para eliminar enfermedad del mundo, son, sin embargo, profundamente retrógrados y pesimistas, pues no creen que la ciencia puede traer soluciones para los problemas.
Me parece que esa actitud parte del que se podría llamar el "prejuicio intervencionista", una forma de la falacia tecnológica, que sostiene que la posibilidad de intervenir (matando) es mucho más gratificante que permanecer parado y observar cuál es el curso natural de las cosas.” (En “Al servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz. José María Pardo. Ed EUNSA, 2015, 99-100)
viernes, 20 de septiembre de 2024
Entrevista: Diagnóstico prenatal y diagnóstico preimplantatorio (4)
El estudio génico del embrión humano visto con intenciones exclusivamente utilitaristas puede valorar la posible enfermedad en el embrión humano con los criterios y las metas propias de la ciencia veterinaria.
El Prof Gonzalo Herranz:
Pregunta: No es infrecuente escuchar que los elementos más valorados en la sociedad occidental son la eficacia y la estética de la apariencia (el look). Dentro de esta mentalidad del "carpe diem", el nonnato que presenta alguna anomalía resulta un clandestino a bordo, un intruso que molesta y del que hay que desprenderse. Actualmente se está empleando el diagnóstico preimplantatorio para eliminar no sólo los embriones con malformaciones, sino aquellos portadores del gen BCRA-1, gen que puede predisponer a padecer cáncer de mama o de ovario en la edad adulta.
Respuesta: “El diagnóstico génico, basado en la conexión entre una determinada enfermedad y la detección de secuencias anómalas de un gen, ha experimentado enormes progresos, ha multiplicado su eficacia, se ha refinado extraordinariamente. Hoy tiene poder para detectar gran número de enfermedades y gran número de variantes de esas enfermedades. Se espera que podrá llegar a "tipar" la totalidad de las enfermedades debidas a genes alterados y que, con la ayuda de la nanotecnología -mediante chips- se podrán revisar los fragmentos significativos del genoma humano. Algunos piensan que se determinará el genoma de cada individuo, que se hará una revisión técnica de cada embrión (ya sea dentro del útero o in vitro), que no nacerá nadie sin un certificado de garantía genómica.
Esos, prefiero pensarlo, son monstruos de la imaginación que llevarían a una situación de intolerancia a la anomalía genética. Sería un gran peligro para todos. Por fortuna, absurdo. Todos tenemos en dosis, felizmente, heterozigótica algunos genes letales. Si hubieran sido diagnosticados, hubieran significado nuestra sentencia de muerte. Decía Leon Kass (prestigioso bioético USA) en una Conferencia que si, cuando fue engendrado, le hubieran estudiado con la tecnología diagnóstica de hoy, le habrían eliminado, porque su genoma era asiento de muchas predisposiciones patológicas y de algunas enfermedades. Y, probablemente, ninguno de los que le escuchaban hubiera superado la prueba de un análisis genético exigente y riguroso: todos tenemos defectos, ninguno sería aceptable”. (En “Al servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz. José María Pardo. Ed EUNSA, 2015, 99-100)
viernes, 13 de septiembre de 2024
Entrevista: Diagnóstico prenatal y diagnóstico preimplantatorio (3)
El Prof Gonzalo Herranz:
Pregunta: Existe actualmente un fuerte debate en torno al “screening rutinario” o “despistaje sistemático en los embarazos”….Hay quienes lo consideran necesario para salvaguardar la autonomía de la gestante. Otros, en cambio, resaltan su carácter negativo y peligroso.
Respuesta: “Es necio el uso indiscriminado, la demanda frívola, de pruebas genéticas comercializadas. Se venden kits diagnósticos para tal cosa, kits para tal otra. Esto genera problemas, porque el diagnóstico genético no solamente afecta a la gestante (y al concebido), sino que, como una mala noticia, explota dentro de una familia y crea múltiples problemas de inculpaciones, sospechas y urgencias; puede amargar la vida de muchos, sembrar desesperanza. Además, puede desencadenar reacciones irracionales con respecto a los proyectos de vida personal en el matrimonio o en la procreación. El uso de las pruebas de diagnóstico genético ha de ser prudente, justificado y responsable.
Aquí enlazo de nuevo con el diálogo médico-progenitores. No creo que la solución pueda venir de la ignorancia, de no buscar o de no comunicar información. Provocar ignorancia sería una bomba de relojería para el médico. No sólo por las consecuencias judiciales que pueda tener, sino porque impide asumir responsabilidades a los implicados.
Desde un punto de vista cristiano, convendría tener presente que cuando Dios nos pone ante una prueba, nos da la gracia necesaria para superarla. Esto, que la bioética de inspiración cristiana lo aplica a nivel de la enfermedad terminal o de la enfermedad grave, no lo ha desarrollado suficientemente ante la enfermedad prenatal.” (En “Al servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz. José María Pardo. Ed EUNSA, 2015, 98-99)
viernes, 6 de septiembre de 2024
Entrevista: Diagnóstico prenatal y diagnóstico preimplantatorio (2)
Pregunta: Resulta claro que los primeros responsables de la vida del nonnato son los progenitores. A ellos compete, en primera instancia, la toma de decisiones para el cuidado de la vida y el bienestar de su hijo. La labor del médico, por ello, debe ser de ayuda para que aquéllos puedan realizar elecciones maduras, libres y responsables sobre la vida prenatal.
Respuesta: “Tengo que señalar que el diagnóstico genético, en concreto, y, en general, el diagnóstico prenatal, no pueden entenderse si no van acompañados de un sólido consejo genético, de un razonado consejo terapéutico, en cuyo horizonte, en una ética de respeto de la vida humana, el aborto no debería figurar. Esta es una idea de humanidad esencial. Parte de la noción de que no se puede discriminar a los seres humanos por razones genéticas. La Declaración Universal de la UNESCO sobre el genoma humano afirma que el hombre no es su genoma, y que no se puede discriminar en razón del genoma. Cuando se provoca la muerte de un feto, o de un embrión in vitro, por padecer una alteración génica o cromosómica, se les está discriminando, no se les da una oportunidad de desarrollo. En apariencia se está terminando con un problema; en realidad, se está destrozando lo que bien podría ser el comienzo de su solución.
Es necesario ofrecer toda la información a los progenitores. …A mí me parece que la información es una deuda que no se puede defraudar. Pero no se trata sólo de dar a los padres información técnica: hay que darla ciertamente (el resultado de una ecografía, el resultado de un análisis génico), pero acompañada del consejo. En la letra, la ley del aborto obliga a informar de las oportunidades sociales y asistenciales que existen para atender a la madre y a la criatura. Pero al aconsejar, el médico tiene ocasión de recordar con firmeza, convicción y respeto a la libertad una doctrina muy olvidada: que todos tenemos obligación de respetar la vida humana, lo que incluye también la vida humana deficiente.
La presencia de los débiles es un bien para una sociedad verdaderamente humana, que ejerce un efecto humanizador en la sociedad y en los individuos. La sociedad no puede ser una selección de seres perfectos, de triunfadores. Los que poseemos defectos tenemos derecho a sobrevivir.” (En “Al servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz. José María Pardo. Ed EUNSA, 2015, 97-98)
viernes, 30 de agosto de 2024
Entrevista: Diagnóstico prenatal y diagnóstico preimplantatorio (1)
El Prof Herranz:
Pregunta: En el ámbito obstétrico se está imponiendo una Medicina defensiva por el miedo de los profesionales de la salud a posibles demandas ante una enfermedad del feto. Como consecuencia, está aumentando la práctica del diagnóstico prenatal.
Respuesta: “Ciertamente la evolución social y la jurisprudencia están imponiendo a la obstetricia una mentalidad defensiva, en la que el diagnóstico prenatal es cada vez menos un medio para la terapéutica y la investigación. Más bien tiende a convertirse en el preámbulo del aborto, en instrumento de muerte. Lo mismo, o todavía más, ocurre con el diagnóstico preimplantatorio.
Desde el punto de vista ético, el diagnóstico prenatal ha sido víctima de una estafa: no induce al tratamiento, sino a terminar con el feto. De esto recuerdo haber hablado con el profesor Lejeune. En concreto, de cómo la citogenética había sido secuestrada por médicos de mentalidad eugenésica. La genética ya no se emplea como punto de partida para la búsqueda de soluciones médicas, pues sólo conociendo la fisiopatología de la enfermedad pueden buscarse remedios; ni tampoco se practica como recurso diagnóstico para poner a los padres en antecedentes y prepararlos para la aceptación de un posible niño deficiente que está por llegar, por ejemplo una criatura con síndrome de Down.
Siempre que me han pedido una opinión acerca del diagnóstico prenatal he respondido que es una técnica valiosísima, que es la única llave que tenemos para acceder al diagnóstico y al tratamiento de la enfermedad prenatal. Tenemos la ecografía y los procedimientos auxiliares de imagen, todo el análisis químico que se quiera y las técnicas invasivas y no invasivas. Hoy en día la sangre de la madre puede dar ya la clave para muchos diagnósticos. Este es un campo que se ha de cultivar como inicio del consejo genético, de la terapéutica de la enfermedad genética y para la investigación básica." (En Al servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz. José María Pardo. Ed EUNSA, 2015, 96)
viernes, 23 de agosto de 2024
Entrevista sobre la Deontología Médica (2)
El Prof Herranz:
Pregunta: Desde su punto de vista, por tanto, ¿qué valor encierra para la profesión disponer de un Código de Ética y de Deontología Médica?
Respuesta: “Dicho a grandes rasgos, el Código de Ética y Deontología invita al médico a llevar una conducta por encima del mínimo legal exigido y le persuade a que haga buen uso de las prerrogativas que se le conceden para hacer más fácil y eficiente su trabajo a favor de los pacientes. El médico es un ser humano ordinario, no es superior a nadie. Le obliga la ética común. Pero, en su tarea habitual no trata con gente común. La relación entre el paciente y su médico no es, en el fondo, una relación equilibrada y simétrica. El médico, en ella, ocupa una posición de ventaja y, por ello, necesita que su poder sea moderado, que se le diga claramente que hay deberes morales que le obligan, que hay acciones y omisiones que quedan por debajo de lo debido, porque faltan al especial respeto ético debido al paciente. En esta dimensión individual, el código contiene unos principios éticos de los que derivan los deberes deontológicos del médico y los derechos deontológicos, morales, de los pacientes, que protegen a los ciudadanos frente a cualquier tipo de abusos, no sólo los prohibidos por la ley. Al mismo tiempo que ejerce una función de guía, de consejo y, sobre todo, de inspiración. Conocer el Código facilita al médico, en la situación ordinariamente ajetreada de su trabajo, la pronta toma de decisiones, con la garantía de que estas serán congruentes con el ethos profesional. Los médicos que no estuvieran obligados por la ética deontológica podrían llegar a convertirse en una especie de esbirros, funcionarios serviles del Estado y esto me parece un error grave.” Gonzalo Herranz, Portal informativo de la Organización Médica Colegial de España, Madrid, 14 de octubre 2011
viernes, 16 de agosto de 2024
Entrevista sobre la Deontología Médica (1)
El Prof Herranz:
Pregunta: ¿Qué debe ser la Deontología para los médicos?
Respuesta: “La Deontología médica se construye por los propios médicos para, como dice su Código, dirigir, guiar e inspirar su conducta profesional. Es un producto hecho “en casa”: lo hacen los propios médicos como respuesta y garantía al pacto sellado entre la sociedad y la profesión. La sociedad otorga a ésta la autorregulación y la autonomía interna, y la profesión asume la obligación de responder de la calidad científica y ética de sus miembros. Si la deontología médica existe es porque así lo reclama y exige la sociedad, una vez que se constituyen las profesiones modernas. La deontología protege la independencia de la profesión frente al poder político: resulta por eso algo fundamental. Eso contrasta enormemente, tanto desde el punto de vista cultural y social, con la bioética. Ésta es una materia más moderna con raíces en el campo de la filosofía moral y también del derecho, en el fondo como una crítica externa a la profesión.” Gonzalo Herranz, Portal informativo de la Organización Médica Colegial de España, Madrid, 14 de octubre 2011
viernes, 9 de agosto de 2024
Entrevista (y II) Se imponen las políticas de control de nacimientos, subvención de contracepción y aborto.
El Prof Gonzalo Herranz:
3) Pregunta: La crisis económica de nuestro tiempo ha causado grandes estragos en la sociedad. Sin embargo, no es menos cierto que la ausencia de valores también nos está perjudicando gravemente. ¿Le parece que también nuestros organismos internacionales adolecen de este achaque? ¿Es falta de conciencia o falta de consenso?
Respuesta: Los grandes organismos internacionales son muy complejos. Es muy difícil poner a todos de acuerdo: los consensos se alcanzan con muchas dificultades y muchas limitaciones. Está, sin embargo, claro que esos organismos van imponiendo tenazmente políticas de control de nacimientos, instando a los gobiernos a subvencionar la contracepción y el aborto.
4) Pregunta: ¿Considera que es la falta de claridad un defecto habitual a la hora de defender la vida, especialmente por los especialistas en bioética?
Respuesta: La claridad no falta. Los bioéticos tienen sus ideas muy definidas. Están polarizados: o defienden la vida o la minusvaloran y desprecian. No hay términos medios. Falta un fondo moral común, y abunda el desdén de unos por otros. A mi parecer, la bioética está bastante echada a perder porque lo bioéticos saben muy poca biología y prefieren ser más brillantes que rigurosos.
5) Pregunta: ¿Qué mensaje querría dar a los más pesimistas cuando se trata de apoyar, implicarse, hacer que las propuestas ciudadanas lleguen a las clases políticas, que a veces nos resultan demasiado lejanas?
Respuesta: El mensaje es, para mí, claro: para influir en la sociedad hay que meterse en los parlamentos, en los medios de comunicación, en las sociedades científicas. Es tarea de los individuos. Y es tarea de grupos: hacen falta partidos políticos nuevos, grupos de presión serios, ONGs fuertes. Hay que meter levadura en la masa. (Entrevista realizada por Sonsoles Callejo, 21.X.2014)
jueves, 1 de agosto de 2024
Entrevista (I) La Declaración de los Derechos Humanos: no es tan universal
viernes, 26 de julio de 2024
El paciente de Alzheimer: responsabilidad deontológica (y V)
El Prof Gonzalo Herranz:
“…Paso a tratar del tercer punto: El canon de la conformidad terapéutica. La demencia es algo mucho más grave que los trastornos celulares, orgánicos y psíquicos en que se manifiesta. Por encima de todo eso, es una crisis de humanidad, una crisis definitiva que pone a prueba a la Medicina y a los médicos.
El Alzheimer pone a prueba la ética médica, como lo demuestra, por una parte, la racionalización utilitarista del abandono del paciente.
Cierta ética utilitarista rechaza la sacralidad del enfermo incurable. En los pacientes de Alzheimer sólo ve su balance económico negativo, su inutilidad perturbadora. Es ciego para su dignidad humana real, aunque eclipsada, durante ese ocaso, largo y penosamente estéril, de la vida. La muerte eutanásica se presenta al utilitarista como la solución ideal, digna y compasiva, eficiente y pulcra, tanto para la precariedad y dependencia del paciente, como para la solicitud estéril y sin salida de los cuidadores.
Junto al peligro del abandono, está el del celo terapéutico. Éste rechaza la incurabilidad del enfermo desahuciado. Saliéndose de la vía recta del ensayo clínico, ejercita un activismo exasperado, voluntarista, ciego tanto al hecho palmario de la ruina biológica del paciente, como a los imperativos de la experimentación biomédica. Si respetar la vida significa aceptarla en su limitación y en su finitud, la obstinación testaruda es, en el fondo, una falta de respeto a las personas, un abuso caprichoso del título profesional.
Las posturas abandonista y encarnizada coinciden en dos cosas: en no comprender el valor de las intervenciones paliativas, y en ser refractarias a la esperanza de la investigación científica.
El médico necesita una especie de visión binocular que le permita integrar y superponer la imagen de precariedad biológica de un sistema lesionado más allá de toda posibilidad de arreglo, con la de un ser humano al que no se puede abandonar, al que hay que respetar y cuidar hasta el final. Esa doble visión es necesaria en el médico, pues lo exige su doble condición de cuidador de los hombres y de cultivador de la ciencia natural.
Pero la medicina no puede resignarse. Puede perder las batallas de unas vidas para las que no encuentra todavía el remedio sintomático, pero ganará la guerra de la medicina paliativa. Siempre se ha sentido estimulada por la presencia del sufrimiento para tratar de esclarecer las causas y mecanismos de la enfermedad y encontrarle remedio. La extensa demografía de la demencia de Alzheimer y la intensidad humana de la minusvalía que causa están promoviendo esfuerzos de investigación que han empezado ya a dar fruto. Está cada día más claro que es urgente para los enfermos que la sufren y prioritario para la sociedad, desarrollar una política de investigación que, respetando la libertad de los investigadores, trate de ir por derecho a esclarecer los aspectos biológicos, preventivos, terapéuticos y humanitarios de la enfermedad y de los enfermos de Alzheimer.
Aquí tiene la ética mucho que hacer, porque el paciente de Alzheimer, en cuanto sujeto de experimentación, nos obliga a revisar cuestiones medulares de la ética biomédica: hay que desarrollar mecanismos más seguros y, a la vez, más eficaces de sustitución del consentimiento informado, que nunca podrán prescindir de la rectitud ni de la responsabilidad del equipo investigador… Muchas gracias.” Gonzalo Herranz, Conferencia Nacional Alzheimer, Pamplona 8 de noviembre de 1997.
sábado, 20 de julio de 2024
El paciente de Alzheimer: responsabilidad deontológica (IV)
El enfermo de Alzheimer marca, de forma señalada, el nivel de calidad ética del profesional sanitario.
El Prof Gonzalo Herranz:
“El paciente de Alzheimer reclama del médico y de los allegados una relación interpersonal específica, que incluye tanto el cuidado técnico como, sobre todo, la presencia humana.
Hay una expresión, res sacra miser (el enfermo es sagrado), que expresa de modo magnífico lo especial del hombre en esta situación, pues traduce de maravilla la coexistencia de lo sagrado y digno de todo ser humano con la miseria causada por el deterioro psíquico y orgánico.
Esa feliz expresión nos descubre al paciente como a alguien investido simultáneamente de nobleza y de indigencia, como a alguien que, es inviolable, presente, pero para cuyos males no tenemos otro remedio que la paliación y el acompañamiento.
Este es, en mi opinión, el fundamento ético de los cuidados paliativos, nunca inútiles, nunca injustificados económicamente.
Hay en Medicina una proporcionalidad éticamente vinculante entre debilidad y deber de cuidar: a mayor debilidad, mayor deber. Lo expresó magníficamente el Comité Consultivo para la Ética de las Ciencias de la Vida y la Salud, de Francia, cuando, en 1986, en su Informe sobre las experimentaciones sobre enfermos en estado vegetativo crónico, dijo, en contra de la opinión de algunos, que “esos pacientes son seres humanos que tienen tanto más derecho al respeto debido a la persona humana cuanto que se encuentran en un estado de extrema fragilidad”. Gonzalo Herranz, Conferencia Nacional Alzheimer, Pamplona 8 de noviembre de 1997.
viernes, 12 de julio de 2024
El paciente de Alzheimer: responsabilidad deontológica (III)
El Prof Gonzalo Herranz:
“2. La proporcionalidad entre respeto ético y debilidad humana.
No somos capaces, de momento, de prevenir ni de curar la enfermedad de Alzheimer, pero podemos aliviarla. Es, por tanto y de momento, mucho más asunto de la medicina paliativa, que de la curativa.
La pregunta inevitable dice: ¿cómo justificar éticamente una medicina que no cura y que, en ocasiones, ante el Alzheimer avanzado, nos deja en la duda de que consuele o alivie? ¿Cómo justificar una medicina que muchas veces va dirigida, tanto o más que a tratar al paciente, a dar apoyo moral a quienes cuidan de él?
…La medicina de paliación y consuelo emerge, a mi modo de ver, de un componente básico de la ética del médico: el respeto y el cuidado típicamente médico por la debilidad humana extrema. El médico no puede desentenderse de las víctimas de la enfermedad incurable, del enfermo desahuciado. En cierto modo, ha pasado ya el tiempo en que se podía decir: Ya no hay nada que hacer.
La razón es patente: la Medicina y el médico están para los débiles. Es esta una idea madre, un principio fecundo, que está tanto en la raíz antropológica de la Medicina, como en el impulso para, y en el avance de, la ciencia médica. La presencia de los débiles ha sido el impulso permanente para despertar en muchos la vocación profesional de médico o de enfermera; es el estímulo social que empuja a tratar de mejorar la asistencia que prestamos; será cada vez más el acicate que mueve a investigar las causas y los remedios de la enfermedad.
En la tradición deontológica cristiana —no se puede decir hipocrática, pues el respeto y cuidado del incurable era algo totalmente extraño a la medicina precristiana— ser débil es título suficiente para recibir protección y respeto. La relación médico/paciente-incurable presupone el reconocimiento de la fragilidad esencial del hombre: del deterioro del cuerpo, de los síntomas que humillan, de la situación de total dependencia, de lo inevitable y próximo de la muerte (o, a veces y paradójicamte, de su lejanía a veces exasperante).
Ante el enfermo de Alzheimer hay que resolver un enigma: el de descubrir y reconocer, bajo una apariencia tan empobrecida y debilitada, todo el valor de un ser humano. La demencia eclipsa la dignidad precedente del hombre o la mujer que es su víctima. Y destruye también el proyecto de ancianidad noble con que cada uno de nosotros sueña...” Gonzalo Herranz, Conferencia Nacional Alzheimer, Pamplona 8 de noviembre de 1997.
sábado, 6 de julio de 2024
El paciente de Alzheimer: responsabilidad deontológica (II)
Conducirse con justicia en medicina es garantizar que los criterios de aplicación sean realmente médicos y, también, ir más allá de la pura aplicación ecuánime ya que el enfermo siempre exige un cuidado con esmero.
El Prof Gonzalo Herranz:
“¿Qué pasa cuando el médico excluye a un paciente de Alzheimer de un tratamiento? Pueden pasar varias cosas.
Puede el médico incurrir en una cruda injusticia, si niega la intervención por el mero hecho de que el paciente es un anciano demente. Esa injusticia ocurre cuando el médico no se interesa o no trata a un paciente de Alzheimer con una neumonía causada por gérmenes sensibles a un antibiótico disponible.
Pero no es injusto y obra con corrección deontológica cuando omite una intervención, no porque desprecie al paciente y le tenga por indigno de ella, sino porque, por razones biológicas serias, sabe que tal intervención es inútil. Pues no desconoce que el hombre o la mujer, el niño o el anciano, siendo éticamente igual de dignos, son biológicamente diferentes.
Como bien dice el Código de Ética Médica de la Asociación Médica Americana, la edad y, para nuestro caso, la enfermedad del Alzheimer, pueden actuar como criterios para hacer juicios sobre la indicación terapéutica. Pero hay que cuidar mucho de que esos criterios sean genuinamente médicos. Si son criterios no-médicos que crean una desigualdad de oportunidades médicamente no justificada, entonces son instrumento inaceptable de la injusticia y la discriminación.
Pero la justicia médica no consiste sólo en justicia distributiva, en ecuanimidad terapéutica. Hay en la vocación médica, en la ética médica, un segundo elemento esencial que impone, más allá de la justicia, una especie de opción preferencial por los más débiles: el deber de cuidarlos con especial dedicación y esmero. …” Gonzalo Herranz, Conferencia Nacional Alzheimer, Pamplona 8 de noviembre de 1997.
viernes, 28 de junio de 2024
El paciente de Alzheimer: responsabilidad deontológica (I)
El Prof Gonzalo Herranz:
“… Son tres las normas que, de modo más o menos explícito, articulan los términos de la responsabilidad deontológica ante los pacientes de Alzheimer: la primera, es el mandato de no-discriminación; la segunda, es la norma de proporcionalidad entre respeto médico y debilidad; la tercera, es el canon de la conformidad terapéutica.
Estas tres normas deontológicas tienen mucho que ver con el principio bioético de justicia. Yo prefiero considerarlas como manifestaciones de la virtud médica de la justicia.
1. El mandato de no discriminar. En 1948, la Asociación Médica Mundial promulgó su fundamental Declaración de Ginebra. El texto …decía: “no permitiré que consideraciones de religión, nacionalidad, de raza, de partido o de clase social se interpongan entre mi deber y mi paciente”.
El paso del tiempo la ha mejorado. El texto vigente de 1994, dice: “no permitiré que consideraciones de afiliación política, clase social, credo, edad, enfermedad o incapacidad, nacionalidad, origen étnico, raza, sexo u orientación sexual se interpongan entre mis deberes y mi paciente.”
A partir de 1948 y con rara unanimidad, todos los códigos han acogido, más o menos literalmente, ese deber tan humano, pero, a veces, tan difícil de cumplir, de abstenerse el médico de toda discriminación ante sus enfermos.
Nos conciernen de modo directo dos de esos criterios de no discriminación:
No permitiré que consideraciones de edad se interpongan entre mis deberes y mi paciente. Así pues, el tener diez, cincuenta o noventa años es un dato éticamente irrelevante: no se puede separar a los enfermos en categorías diferentes de respeto ético vinculadas a la edad. Los seres humanos de todas las edades son igualmente dignos y significativos éticamente.
No permitiré que consideraciones de enfermedad o incapacidad se interpongan entre mis deberes y mi paciente. La demencia puede empobrecer la función cerebral y agostar la capacidad de florecimiento de la personalidad de mi paciente, pero ninguna enfermedad o incapacidad, pueden crear en mí repugnancia ética o mermar el respeto ético que a él le debo.
El médico que vive la virtud de la justicia aspira a tratar a todos sus pacientes según un principio de equidad, que es independiente de la edad que tiene o de la enfermedad que padece. Más aún, tiene el convencimiento, a la vez teórico y operativo, de que el cuidado de todos, incluidas las víctimas de la demencia de Alzheimer, es parte de lo que la sociedad exige al médico, de lo que el médico ha de contribuir a la construcción de una comunidad justa y libre de discriminaciones.
Esto significa que el médico ha de tener y de manifestar el mismo interés por un Alzheimer que por un niño, que ha de explorar tan diligentemente al uno como al otro, que no pude dejarse llevar de la inhibición, del desaliento, del pesimismo que tan fácilmente evoca la combinación de senilidad y demencia. Así pues, deontológicamente todos los seres humanos son igualmente dignos, todos igualmente respetables. A cada uno ha de dársele lo suyo.” Gonzalo Herranz, Conferencia Nacional Alzheimer, Pamplona 8 de noviembre de 1997.
sábado, 22 de junio de 2024
Ética médica y píldora del día después (y I)
El Prof Herranz:
“Los neologismos técnicos de contracepción endometrial, de intercepción postcoital, de efecto antinidatorio sólo describen una parte de la realidad. Ocultan el hecho de que, en muchas ocasiones, según sea el momento del ciclo en que la mujer haya realizado el acto sexual, se impide la supervivencia de un número considerable de embriones humanos.
Eso es lo relevante. Llamarle o no aborto es, en cierta medida, indiferente para la realidad ética subyacente, pero con alguna palabra hay que denominar la acción de eliminar vidas humanas inocentes.
Ofuscar a las mujeres diciéndoles que con la píldora del día después nunca pasa nada, en lo biológico y lo ético, es un condenable paternalismo, es tenerlas por incapaces de asumir la responsabilidad de sus acciones, escamotearles la oportunidad de escoger.
Deben saber que por efecto de la píldora del día después una vida humana puede ser cercenada, un destino humano cancelado, la promesa de una vida personal anulada.
Y esa es una tragedia que no es justo trivializar con juegos de palabras por sugerentes que sean, por inteligentes que parezcan, aunque hayan recibido las bendiciones del Colegio Americano de Obstetricia y Ginecología (ACOG), la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia (FIGO), la Organización Mundial de la Salud (OMS) o la Sociedad Española de Contracepción (SEC).” Gonzalo Herranz, Artículos en Diario Médico, 3-IV, 30-IV y 14-V-2001.
viernes, 14 de junio de 2024
Ética médica y píldora del día después (H)
El Prof Gonzalo Herranz:
“Las cosas no casan ni pueden casar, cuando el lenguaje es torturado y se vuelve loco. Los genetistas que colaboran con los embriólogos clínicos han desarrollado técnicas de diagnóstico génético preconcepcional y preimplantatorio, que le dan la espalda a la nueva nomenclatura. Y se la dan en la práctica profesional también los mismos ginecólogos: en un estudio hecho en 1998, en Estados Unidos, en que se les preguntaba en relación con la información que dan a las mujeres en el proceso de obtener el consentimiento informado, el 73% respondieron que concepción es sinónimo de fecundación y sólo el 24% indicaron que concepción era sinónimo de implantación.
Abortos que no lo son. Con la nueva definición de concepción, una cosa queda asegurada: la contracepción no es sólo impedir la concepción, no abarca sólo el conjunto clásico de procedimientos, dispositivos, o sustancias que impiden la reunión del espermatozoide y el oocito y su fertilización. Incluye ahora, y trata de cobijar bajo la calificación ética de contracepción, los procedimientos, dispositivos, o sustancias que impiden el desarrollo del embrión en el tiempo que va de la fecundación al final de la implantación.
Lo que hasta ahora era abortivo precoz, conforme al nuevo lenguaje, ya no lo es. Sólo merecen el nombre de abortivos o abortifacientes los procedimientos o sustancias que impiden el desarrollo del embrión ya implantado.
Antes de terminada la implantación no se puede hablar de aborto, es incorrecto referirse a una interrupción del embarazo, porque, por la magia de la nueva palabra, el embarazo solo puede ser interrumpido una vez que ha empezado, y ahora no empieza el día 1, sino un par de semanas más tarde. En el nuevo lenguaje, hablar de abortos de embriones de menos de 14 días es un contrasentido. Eso es lo que nos están diciendo acerca de la píldora del día después algunos representantes de la industria farmacéutica, ciertos agentes sociales y del gobierno, y un sector de médicos.
Pero todos sabemos que no estamos ante un juego de palabras, sino ante la cuestión, infinitamente más seria, de nuestras relaciones con los seres humanos más pequeños. Estos, en su inocencia, son destruidos por la píldora del día después. La manipulación léxica nos dice que no hablemos entonces de abortos, pero no nos dice de qué hemos de hablar. De algún modo habrá que llamar al hecho de privar de la vida a los embriones a los que se impide implantarse en el útero.” Gonzalo Herranz, Artículos en Diario Médico, 3-IV, 30-IV y 14-V-2001.