viernes, 26 de marzo de 2021

EL RESPETO A LA DEBILIDAD (V)

Precisamente la debilidad humana es lo que da sentido al quehacer del médico. El médico, sobre esa fragilidad humana, no tiene otra tarea profesional que la actitud de restitución y/o alivio. Una vez más el Prof Herranz lo explica: 

"No faltan hoy señales de que el aprecio por la debilidad no pasa por un momento dorado. La profesión médica, nacida precisamente como respuesta llena de humanidad ante la vulnerabilidad del hombre, parece desinteresarse, bajo la influencia de poderosos factores económicos y políticos, de la precariedad de los débiles y se deja arrastrar a una alianza con los poderosos. Por eso, conviene reconsiderar con un poco de profundidad el valor ético de la finitud humana. 

El valor ético de la finitud humana. Al médico, en cada uno de sus encuentros con los pacientes, se le plantea un desafío: reconocer en la humanidad dolorida que tiene delante toda la dignidad del hombre. La enfermedad tiende a eclipsar la dignidad: la oculta e incluso, a veces, la destruye. Si estar sano confiere, en cierto modo, la capacidad para la humanidad plena, por contra, estar enfermo supone, de mil modos diferentes, una limitación de la capacidad de llegar a ser, o de seguir siendo, plenamente hombre. 

Una enfermedad seria, limitante, dolorosa, que merma nuestra humanidad, no consiste sólo en trastornos moleculares o celulares: constituye también, y principalmente, una amenaza a nuestra integridad personal o una limitación permanente de ella. Nos somete a prueba como hombres. No deberíamos olvidarnos de esto al estar enfermos, o al atenderlos. La tradición hipocrática, enriquecida por el ethos cristiano, vio en el quebranto de humanidad que es estar enfermo la raíz del mandato fundamental de poner todos los medios disponibles para restituirle al enfermo su plenitud humana y su salud, o, al menos, para aliviar en la medida de lo alcanzable las consecuencias de aquella amenaza. El médico actúa en representación y por encargo de los hombres para salvar y aliviar al doliente. Muchas veces, la asistencia médica no puede reducirse a sólo una operación técnico-científica, sino que ha de contener una dimensión projimal, ha de ser una respuesta personal a lo personal amenazado del enfermo." En “Desde el Corazón de la Medicina”, Libro homenaje de la Organización Médica Colegial al Prof Gonzalo Herranz, 2013, pag 294-306.



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