La sucesión de “argumentos” a la que estamos asistiendo, según nos ilustra el Prof Gonzalo Herranz, vemos que se presentan cargados de pseudociencia y sirven de justificación a la falacia que ha llegado a nuestros días en figura imaginativa del preembrión. Así, esta vez, con en el “argumento” de la quimera, (dos posibles embriones en uno) se interpreta su existencia, una vez más, con apariencia de ciencia, y sirve de pretexto para dar alas que autorizan éticamente a la anticoncepción, afianzando falsamente el concepto de preembrión al igual que se hizo con el “argumento” de la gemelación. Los efectos gravemente ruinosos que derivan de esa pseudociencia en la que vive la sociedad son patentes.
Así se expresa el Prof Herranz: “En biología, se entiende por quimera aquel individuo en cuyo cuerpo existen, más o menos mezcladas, y más o menos numerosas, células cuyos genomas proceden de zigotos distintos. No se han de confundir con los mosaicos, en los que encontramos algunas o muchas células de genoma diferente pero que derivan del mismo zigoto…
El “argumento” sostiene que, como imagen inversa de la gemelación, es posible que, a lo largo de las dos primeras semanas del desarrollo, dos embriones distintos se fusionen en un individuo único. Los problemas ontológicos que derivan del “argumento” son enormes, cuando se pregunta por la identidad del o de los embriones desaparecidos (y de sus almas) y por la identidad del nuevo individuo (y su alma).
En opinión de algunos, el “argumento” de las quimeras …tiene más fuerza que el de la gemelación para confirmar que el embrión humano inicial posee una entidad tan pobre e informe que no se le puede atribuir un estatus ético sólido.
¿Qué pruebas hay de que la existencia de las quimeras… se debe a la fusión de dos embriones… previamente existentes? ...
Pero, esos datos experimentales, ¿permiten sin más dar por buena la fusión de dos embriones para explicar las quimeras humanas…? Obviamente, no lo permiten: las condiciones de laboratorio no son trasladables al desarrollo espontáneo de las quimeras … en el tracto genital de una mujer. Es prácticamente imposible ofrecer pruebas directas, inmediatas, de un fenómeno que se desarrolla en el escenario, clínicas y éticamente inaccesibles, del útero.
Y, aunque sea sólo con lápiz y papel, dibujar esquemas de cómo sería posible fusionar dos embriones en uno sólo, a lo largo de las dos primeras semanas, es tarea muy ardua. Es necesario suponer que se han dado dos fecundaciones, que los dos embriones resultantes se han trasladado simultáneamente al útero y que allí han permanecido en inmediato contacto uno con otro. Hay que suponer además que los dos han disuelto sincrónicamente sus pelúcidas. Y, entonces viene lo más difícil: habrá que suponer, en el caso más sencillo, que el día 6 del desarrollo los dos trofoblastos y las dos masas celulares internas son capaces de desintegrarse para inmediatamente reintegrarse en un nuevo blastocisto de poblaciones celulares entremezcladas. Dibujar esquemas secuenciales del proceso de fusión de dos embriones humanos de, digamos, 8, 10, 12 o 14 días de desarrollo, con su estructura cada vez más compleja y con el proceso de implantación en marcha, supone un desafío inaceptable.
En consecuencia, la hipótesis de la fusión embrionaria es una hipótesis fácil de formular, pero inmensamente difícil de explicitar…” Gonzalo Herranz. El embrión ficticio: historia de un mito biológico. El autor explica su libro. Cuadernos de Bioética 2014; 25: 307-309.
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