Es muy bueno preguntarse siempre con qué bases se construye una afirmación científica. En no pocas ocasiones se observa que esas bases no pasan de ser suposiciones más o menos revestidas de certeza y, como mucho, dan la apariencia de hechos fundados. La gravedad que se deriva de esos criterios científicos falsos dependerá de la ruina que provoque en vidas humanas. Una consecuencia altamente peligrosa se viene asumiendo desde hace muchas décadas al dar fiabilidad de certeza científica que el embrión empieza su vida, como tal, transcurridas unas semanas desde la fecundación. Es muy claro el Prof Gonzalo Herranz cuando descubre ese grave engaño científico.
Veamos en qué términos se expresa el Prof Herranz: “Como es bien sabido, el embrión humano puede escindirse en dos y dar origen así a los gemelos (monocigóticos). Existe, desde hace sesenta años, una práctica unanimidad en reconocer que el embrión disfruta de la capacidad de gemelarse desde el primer día de su desarrollo hasta dos semanas después. Desde entonces, se tiene por cierto que el momento en que se produce la partición del embrión en dos queda fielmente reflejado en la estructura de las envolturas fetales…
Este esquema ofreció una base sólida al “argumento” de la gemelación (monozigótica). Este viene a decir que mientras sea posible la formación de ese tipo de gemelos no se puede reconocer al embrión como un ser humano plenamente constituido, pues no ha decidido cuantos seres humanos llegará a ser: el embrión está, por tanto, en una situación ética y ontológicamente indeterminada. No puede ser persona, porque las personas son individuos, son indivisibles. En consecuencia, la existencia individual de un ser humano solo puede comenzar una vez que se ha extinguido su capacidad de gemelación: hasta entonces no se le puede considerar al embrión miembro de pleno derecho de la familia humana.
El “argumento” ha sido de una eficacia extraordinaria. Todo el mundo ha visto o conoce gemelos ‘idénticos’, y sabe que proceden de un mismo zigoto. Todos tienen la cronología de la gemelación por dato fuerte que nadie disputa. La reconocen incluso los filósofos y teólogos que profesan el máximo respeto por el ser humano desde la concepción, …
Yo, como todo el mundo, acepté durante años, como todos, el modelo común, la cronología de los días en que se originan los tipos distintos de gemelos monocigóticos. Hasta que un día me pregunté si todo ese relato era, o no era, una descripción de hechos observados: en concreto, ¿quién ha construido el modelo común?, ¿sobre qué observaciones lo ha edificado? Dediqué incontables horas a explorar la bibliografía masiva sobre la cuestión para identificar al creador o creadores del ‘modelo común’ de la gemelación monozigótica. Y, tras mucho trabajo, pude encontrarlos, con la satisfacción de que nadie lo había hecho antes.” Gonzalo Herranz. El embrión ficticio: historia de un mito biológico. El autor explica su libro. Cuadernos de Bioética 2014; 25: 306-307.
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