El Prof Herranz:
“Es un tema de singular significación. El tema sobre el que vamos a reflexionar es un tema importantísimo, de primera magnitud. Si llegáramos a comprender su significación, pienso que pediríamos a los Jefes de Gobierno que aplazaran sus otras negociaciones pendientes y anotaran en su agenda el urgente problema del rango ético del embrión humano. Porque determinar cuáles son los derechos de los embriones y qué exigencias éticas reclaman de nosotros debería ocupar un lugar prioritario entre las preocupaciones de la sociedad.
Ya sé que esta afirmación mía puede parecer exagerada. Insisto, sin embargo, en afirmar que no hay muchos problemas más urgentes que el que nos ocupa. Un gran jurista y pensador italiano, mi amigo el Prof. Luigi Lombardi Vallauri, lo ha sabido expresar con gran brillantez. En el prólogo a una conferencia sobre la relevancia ética del embrión humano hacía estas consideraciones: “Uno puede pensar que estamos reunidos aquí en el cosmos por un problema de moda, por un problema irrelevante. De hecho, el problema es cuantitativamente diminuto (células, embriones), políticamente diminuto (seres humanos sin voz, sin voto, sin poder contractual), económicamente diminuto... Sin embargo, el problema es contemplativamente crucial porque concierne de cerca a la auto-autoevaluación del hombre. comprensión... si el poder del hombre, frente al embrión, no se detuviera, sino que pasara sin dudarlo e invadiera ese diminuto territorio como invade todo el resto de la realidad, se habría cruzado una línea de no retorno…”
Son muy oportunas estas afirmaciones del Lombardi y son una llamada de atención para los científicos. Necesitan éstos descubrir que hay razones morales muy punzantes que les obligan a reflexionar a fondo sobre la condición ética del embrión humano. Los científicos y médicos han de hacerlo antes de quemar sus naves y lanzarse a la conquista de ese territorio minúsculo, pero incitante y prometedor.
A cruzar esa línea sin retorno les empuja a algunos un incontenible deseo de saber, de desentrañar los misteriosos mecanismos moleculares y celulares del desarrollo del hombre. Y a otros les mueve un empeño, fuerte y vocacional, de ampliar la capacidad benéfica de la ciencia. Para unos y otros, estos móviles son otras tantas aspiraciones nobles y generosas, que todos deberíamos aplaudir. Por ello, no comprenden que alguien pueda oponerse por razones éticas a la expansión de la ciencia y de sus aplicaciones para aliviar la infertilidad. Creen sinceramente que el respeto debido a los individuos humanos embrionarios debe ceder ante los intereses de la ciencia o de la sociedad.” Gonzalo Herranz, “El embrión humano, sujeto de investigación”. Conferencia en el Centro Culturale Don Minzoni, Cagliari, 11 de marzo de 1988.
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