Mirando al futuro. Algo quedó patente por esta vez: la destrucción de esos embriones despertó la conciencia de muchos, que se han replanteado su actitud ante lo que parecía una aplicación tecnológica rutinaria e inocente, y que ha resultado ser para ellos un grave problema humano y ético, al que hay que encontrar solución. El alargamiento del plazo legal de conservación autorizado en el Reino Unido sirve simplemente para retrasar “la patata caliente” de la decisión que no se ha querido tomar ahora… Pero una cosa está clara: si no se toman decisiones ahora, el paso del tiempo contribuirá a multiplicar las dimensiones éticas del problema.
Los seres humanos no se pueden tratar a granel, como si cada individuo no fuera valioso, inconmensurablemente valioso.
Quienes persistan en la práctica de la reproducción asistida no ignoran que el problema creado por los embriones sobrantes es evitable: bastaría con no crear in vitro más embriones que los que van a ser implantados inmediatamente. Y ese número ha de ser compatible con una gestación que pueda llegar a su término en el respeto a la vida de hijos y madres. Ese es un requisito de buena profesionalidad. Del mismo modo que es una falta seria de competencia inducir deliberadamente gestaciones de excesivo grado de gemelaridad, que crea riesgos para hijos y madres…” Gonzalo Herranz, La destrucción de los embriones congelados: reflexión sobre una noticia. Conferencia. Bogotá, 1997.
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