jueves, 3 de agosto de 2023

¿Es digno congelar la vida humana? (V)

No es difícil de contestar la pregunta de por qué se ha hecho rutina convivir con la violencia. Una respuesta bastante ajustada está en la actual indiferencia generalizada con que se contempla el destino que se proporciona a los embriones humanos congelados. Y es que el futuro de la humanidad pasa necesariamente por la consideración que se presta a los embriones humanos.

Según venimos considerando en estos apartados, el Prof Herranz es muy claro en el diagnóstico y en el tratamiento de esta importante cuestión.

“Destruir embriones congelados es una de las cosas que endurecen el corazón de la sociedad. Es paradójicamente irresponsable crear arbitrariamente embriones humanos, congelarlos y después destruirlos. La sociedad favorece el crecimiento de su violencia interior cuando da por buena y legal la práctica de hacer embriones humanos en número excesivo porque es económico y eficiente, para después destruirlos porque es igual de económico y eficiente deshacerse de los que han sobrado. No sabemos si, y en qué medida, el acostumbramiento a la destrucción periódica del lote de embriones “caducados” cada año contribuirá a incrementar la tolerancia a la violencia en la sociedad, pero sería insensato afirmar que la cosa ni tiene importancia ni consecuencias.

Mirando al futuro. Algo quedó patente por esta vez: la destrucción de esos embriones despertó la conciencia de muchos, que se han replanteado su actitud ante lo que parecía una aplicación tecnológica rutinaria e inocente, y que ha resultado ser para ellos un grave problema humano y ético, al que hay que encontrar solución. El alargamiento del plazo legal de conservación autorizado en el Reino Unido sirve simplemente para retrasar “la patata caliente” de la decisión que no se ha querido tomar ahora… Pero una cosa está clara: si no se toman decisiones ahora, el paso del tiempo contribuirá a multiplicar las dimensiones éticas del problema.

Los seres humanos no se pueden tratar a granel, como si cada individuo no fuera valioso, inconmensurablemente valioso. 

Quienes persistan en la práctica de la reproducción asistida no ignoran que el problema creado por los embriones sobrantes es evitable: bastaría con no crear in vitro más embriones que los que van a ser implantados inmediatamente. Y ese número ha de ser compatible con una gestación que pueda llegar a su término en el respeto a la vida de hijos y madres. Ese es un requisito de buena profesionalidad. Del mismo modo que es una falta seria de competencia inducir deliberadamente gestaciones de excesivo grado de gemelaridad, que crea riesgos para hijos y madres…” Gonzalo Herranz, La destrucción de los embriones congelados: reflexión sobre una noticia. Conferencia. Bogotá, 1997.


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