El Prof Gonzalo Herranz clarifica certeramente esta cuestión:
“Las legislaciones… y la trampa del “preembrión”. …No puedo trazar aquí la historia de este término, acuñado por la Dra. Penelope Leach, pero debo aludir al trasfondo ideológico del neologismo. En un artículo editorial de Lancet se nos dice que el término “embrión”, en el contexto de la investigación sobre fecundación in vitro es engañoso y que en su lugar conviene utilizar el término menos cargado emotivamente de “preembrión” para el producto de la concepción en sus primeros 14 días, pues sólo parte de ese producto está destinado a convertirse en embrión. El término “preembrión”, aclara Lancet, ha hecho más que todo lo demás para bajar la temperatura de las discusiones en torno a la investigación sobre embriones.
En efecto, hablar de “preembriones” es un truco semántico para expropiar al embrión no sólo de su condición humana, sino de su entidad biológica. Gracias a este artificio verbal el embrión humano es cosificado y anulado ontológicamente y la oposición a la investigación destructiva queda aniquilada.
…El término “preembrión” sirve para desterrar de la familia humana al embrión inicial, arrebatándole todos los privilegios y derechos humanos, entre ellos y específicamente las normas éticas protectoras que se aplican en la investigación y experimentación a los demás seres humanos. Es más, por ser ellos esencialmente vulnerables e incapaces de prestar su consentimiento informado, deberían, en todo caso, ser objeto de una protección legal y ética particularmente cualificada, del género que se aplica a otros seres humanos particularmente vulnerables.
Los médicos nos damos cuenta de que el término “preembrión” no nace de necesidades científico-médicas, sino de intereses ideológicos…” Gonzalo Herranz, “El embrión humano, sujeto de investigación”. Conferencia en el Centro Culturale Don Minzoni, Cagliari, 11 de marzo de 1988.
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