El Prof Herranz es diáfano en definir lo que realmente puede llamarse ciencia en este campo:
“… el “mito de los catorce días”, es una noción que parece haber embobado a muchos cultivadores de la Embriología clínica moderna. Pero nadie ha podido justificar las siguientes y vergonzosas cláusulas en que se concreta la doctrina de los 14 días:
a) durante los primeros catorce días de su existencia, el embrión humano in vitro no es un ser humano;
b) como objeto de investigación biomédica, el embrión humano deja de ser, a partir de ese día, una entidad que tenga el más mínimo interés científico; el experimentador queda legalmente obligado a destruirlo y ha de renunciar a conocer cuáles son las consecuencias a medio o largo plazo de sus intervenciones terapéuticas o la precisión de sus métodos diagnósticos.
c) quien desee investigar sobre embriones humanos contrae el deber moral de impedir que esos seres humanos “potenciales” lleguen a serlo de hecho y queda obligado a aplicarles la muerte.
Todas estas decisiones son, cualesquiera que sean las convicciones filosóficas o religiosas del investigador, unas decisiones extraordinariamente graves, que tendrían que fundamentarse en razones biológicas de solidez indisputable. Pero no las hay. Las que se han dado para fijar la ficticia frontera de los 14 días son arbitrarias, carecen de todo contacto con la realidad observable del desarrollo embrionario. Hasta que el hipotético cambio radical que se atribuye a la edad embrionaria de catorce días no esté claramente demostrado con datos y razones biológicas serias, de modo que pueda ser aceptado por cualquier científico honesto, no puede servir como límite legítimo de modos radicalmente inhumanos de tratar a ciertos seres humanos. No es una solución sabia ni ontológicamente ni desde el punto de vista de la libertad de investigación.
La conclusión está clara. La regla de los 14 días es irracional y caprichosa. Porque o la investigación destructiva sobre seres humanos embrionarios es intrínsecamente inmoral y debe ser prohibida, o es una laudable operación, con lo que limitarla a catorce días es una decisión oscurantista que se opone al progreso científico y a la libertad de investigación.” Gonzalo Herranz, “El embrión humano, sujeto de investigación”. Conferencia en el Centro Culturale Don Minzoni, Cagliari, 11 de marzo de 1988.
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