Cuando la técnica es la que decide lo que es correcto hacer, como en el caso de la fecundación in vitro, la dignidad del ser humano se iguala al animal.
La respuesta del Prof Herranz:
Cuestión: Los procedimientos de procreación humana artificial, desde el punto de vista ético, son contrarios a la dignidad de las personas. En primer lugar, la de los esposos, que en este proceso de reproducción solo tienen el papel de productores de material: óvulos y espermatozoides. En segundo la del nuevo concebido, al que se priva del derecho de ser engendrado en el acto amoroso y fecundo de donación interpersonal de sus padres; y al que se le considera un objeto de propiedad, admitiéndose la posibilidad de seleccionarlo, rechazarlo y destruirlo si padece alguna malformación o no consigue satisfacer las expectativas de sus progenitores. Y, por último, la del personal médico-técnico, por arrogarse una función —ser dueños de la vida— que no les corresponde.
Respuesta: “La historia de la fivet es, en este sentido, reveladora. Empezó aplicando a la reproducción las técnicas que ya estaban vigentes en la reproducción animal, sobre todo en la reproducción ganadera. Pero se descuidó desde el principio lo peculiar de la ética, la humanidad: lo que debería distinguir la reproducción veterinaria de la humana no tendría que ser la técnica -que, a pesar de ciertas diferencias, son muy similares-, sino la ética.
No se quiso tener presente, a pesar de todos los movimientos de reivindicación de los derechos de los animales, que hay una distancia insalvable, categórica, entre el respeto debido al animal y el que se debe al embrión humano in vitro.
En reproducción asistida, se ha desdibujado la idea de que hay un inmenso desnivel ético entre el embrión humano y el embrión animal, entre un ser humano vivo y un ser animal vivo. El reduccionismo técnico ha hecho borrar estas diferencias.” (En “Al servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo Herranz. José María Pardo. Ed EUNSA, 2015, 90-91)
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